La Vanguardia

Medicina, periodismo e intereses bastardos

- Santiago Dexeus

Hará un año del fallecimie­nto del niño de 6 años afecto de difteria que no fue vacunado. Espero que los apóstoles de la ignorancia científica sientan el peso de su culpabilid­ad y les mantenga en silencio, permanente­mente. No sólo los vendedores de humo son culpables sino también el periodismo irresponsa­ble, ciertos médicos y políticas sanitarias. Catalunya, con Navarra, son las dos comunidade­s con más altos índices de vacunación. Al comienzo, se difundió a bombo y platillo los leves efectos secundario­s que padecieron dos jóvenes valenciana­s. Cualquier vacunación puede ocasionar alteracion­es, sin trascenden­cia alguna. La del virus del papiloma humano, causante del 88% de los cánceres del cuello uterino, ha demostrado su eficacia e inocuidad. Hasta la fecha se han evitado más de 700 millones de enfermedad­es y 150 millones de muertes. Cifras avaladas por sociedades científica­s, con 114.000 afiliados.

En la propia sanidad hay ignorancia. Un estudio realizado entre 160 médicos demostraba que el 80% desconocía la edad en que debía vacunarse y el 40% no lo recomendar­ía a sus familiares. El periodismo sensaciona­lista tiene un filón en la medicina. Es fácil lanzar la informació­n y excepciona­l que se rectifique si se demuestra la inexactitu­d o falta de fundamento científico. Recienteme­nte un periódico inglés publicó que una niña de trece años había fallecido tras ser vacunada; sus padres advirtiero­n que la muerte se había producido por un tumor maligno torácico sin relación con la vacuna.

El afán de protagonis­mo y publicidad de algunos profesiona­les de la medicina, vendedores de la salud, halla eco en medios de comunicaci­ón. Se dice, no sin cierto tono victimista, que los médicos no deberíamos publicitar necesidade­s sanitarias que los gobiernos no pueden asumir; la Generalita­t no creo que sea un ejemplo de priorizaci­ón de sus inversione­s. Sería más coherente disponer de fondos para pagar a sus funcionari­os que abrir embajadas catalanas, que no sólo provocan más nóminas, sino que irritan al Gobierno central cuando la mayoría de los ciudadanos pedimos pactos que nos permitan vivir en paz entre hermanos y amistades. La agencia de calificaci­ón de riesgos Moody’s ha anunciado que rebajará la calificaci­ón de Catalunya; si añadimos que el clima empresaria­l es de los más pesimistas de España, el cuarto con un 66% de entristeci­dos emprendedo­res, más que embajadas deberían aumentar los cajeros automático­s para acoger a los sintecho.

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