El cambio posible
El mundo vive un momento de cambio muy significativo. Europa está en crisis; Estados Unidos afronta unas elecciones presidenciales que hacen aflorar un cambio social de características muy novedosas. China intenta compatibilizar un sistema político con una nueva economía que abre perspectivas preocupantes en campos muy diversos. El mundo árabe está intentando una primavera que ha dejado como herencia un reforzamiento de los peores hábitos totalitarios. Latinoamérica busca una estabilidad en medio de un desconcierto contradictorio. El mundo está en crisis; busca un cambio, pero aún no se intuye cuáles serán sus coordenadas.
Esto podría parecer que quitara importancia a nuestros propios problemas. Al contrario: ahora sería el momento de tener las cosas claras internamente si no queremos que nos arrastren movimientos externos que tienen su origen en causas muy diferentes. Si nuestros problemas son globales, no los resolveremos con políticas locales. Si nuestros problemas son locales, no nos dejemos arrastrar por corrientes globalizadoras. Escoger es complicado; pero ha de hacerse. En caso contrario, el mundo lo hará por nosotros.
Estamos llenos de incertidumbres, de interrogantes, de modas efímeras al servicio de una banalización enervante. Todo se resume en titulares; todo es un gesto, sin contenido. ¿Dónde están los programas? ¿Dónde están las respuestas? ¿Quién se preocupa de cómo hacerlo? Se trata, parece, de levantar el listón del verbalismo, sin atender a la necesidad de construir. Todo se quiere empezar desde cero, sacrificando los únicos activos de una historia de progreso. Todo se simplifica entre blanco o negro, entre buenos y malos, entre un cambio no definido y una continuidad que rehúye la crítica.
Los problemas del mundo condicionan
Hay que reencontrar el camino del cambio posible; son muchos los que envidiarían poderlo hacer
la solución de nuestros problemas. Pero precisamente por esto habrá que afrontarlos –los nuestros– desde el realismo, con voluntad de resolverlos, aprovechando y valorando todo lo que nos ha permitido avanzar hasta ahora.
Hay que reencontrar el camino del cambio posible. Son muchos los que envidiarían poderlo hacer. Nosotros lo podemos hacer. No es necesario renunciar al cambio; simplemente hay que hacerlo posible.