Tàpies en el Toulouse republicano
El museo Les Abattoirs realiza un intercambio de obra con la fundación de Barcelona
Toulouse se convirtió a partir de 1939 en la capital de la República española. Acogió el gobierno en el exilio y a 20.000 españoles que huyeron del franquismo. Desde entonces se mantienen unos lazos, especialmente culturales, que permiten intercambios como el que ahora mantienen el museo Les Abattoirs de esta ciudad y la Fundació Tàpies de Barcelona. En la capital del Midi francés se presenta hasta el 22 de mayo la exposición Antoni Tàpies: parla, parla y en Barcelona se muestra Documents d’acció, con obras de los fondos Anthony Denney y Daniel Cordier, de Les Abattoirs.
La mayoría de las 50 obras de Tàpies han sido cedidas por la fundación barcelonesa y el resto por la familia del pintor y es la principal exposición monográfica del artista en Francia desde su muerte. Arranca con dibujos de su periodo surrealista, de finales de los 40, y llega hasta los grandes lienzos de finales de los 90. Y aunque la exposición ofrece una visión entre cronológica y temática, refueza específicamente el componente político y social. Y lo hace en un museo que tiene como una de sus obras estrella el impresionante telón de Picasso (elaborado en colaboración con Luis Fernández) titulado La dépouille de Minotaure en costume d’Arlequin, que pintó en 1936 por encargo del Frente Popular francés para una obra de teatro de Romain Rolland. Picasso donó esa obra a la ciudad en ocasión de una exposición que se le brindó en 1965. Y Picasso ha sido también, hasta principios de este año, el protagonista de otra importante exposición en este mismo museo. La conexión española de Les Abattoirs se percibe también a través de sus fondos, donde hay hasta ocho obras de Tàpies y piezas de una treintena de artistas, entre ellos Jaume Plensa, Perejaume, Antoni Clavé, Miquel Barceló, Ferran García Sevilla, Antonio Saura, Manolo Millares, Miralda o Eduardo Arroyo. Tal como señala Valentín Rodríguez, actual conservador y director de Les Abattoirs y nieto de un republicano español que fue ejecutado en Andalucía, “existe un pasado común entre Toulouse y España, pero nuestro objetivo es buscar nexos actuales, también en el mundo del arte, y por eso hemos expuesto también a Miquel Barceló o hemos comprado obra de Jordi Colomer”. Unas relaciones que la ciudad considera que se pueden potenciar con la nuevo conexión de TGV que une Toulouse y Barcelona en poco más de tres horas.
La exposición de Tàpies lleva por título el de una obra del pintor titulada Parla, parla (1992). Es una forma de trasladar la palabra a su obra, de tal forma que la única apuesta de los comisarios sea la distribución de las piezas en siete apartados temáticos. Uno de ellos, adjetivado como “Cotidiano”, se abre con dos autorretratos de mediados de los años cuarenta que muestran el rostro introspectivo del artista recién salido de una enfermedad pulmonar que lo apartado del mundo pero lo reafirma en su mundo interior. En esa misma sala una emotiva pieza titulada Tovallons plegats se convierte
‘Tàpies parla parla’ ofrece un recorrido temático y cronológico a través de 50 obras del artista catalán
en un retrato de la familia, sobre su mujer y los tres hijos, simbolizados por los nudos de las servilletas en una mesa. Un diario íntimo en el que también recorre a la actualidad vista a través de varios trabajos realizados a partir de páginas de diarios. Uno de ellos se titula Cartellera (1980) y está confeccionado a partir de una página de la sección que lleva este título en La Vanguardia.
Tàpies se expresa sin tapujos en obras tan políticas como Ala memòria de Salvador Puig Antich (1974), donde incluso parece que desaparece el color, o en Pintura romànica i barretina, donde une la identidad catalana a un pasado singular. Especialmente significativa es también la serie completa de dibujos titulada Història Natural (1950-1951), en la que hace patentes las conexiones entre capitalismo y fascismo desde una visión marxista. Pero al mismo tiempo hay otras obras más cercanas al art povera y al arte informal, al gestualismo y a las influencias orientales. Así aparece el Tàpies más matérico (Arc de terra o Terra d’il·lusió), el que no duda en recurrir al collage y al objeto (Pantalons sobre bastidor o Pintura-bastidor), o directamente a la escultura (como en Matelàs o Cadira i roba). Una selección que ubica a Tàpies con nombre propio en las vanguardias de la segunda mitad del siglo XX.