Barcelona y Londres se unen para exhibir retratos de Picasso
La exposición, con 75 obras del pintor, llegará a Barcelona en el 2017
La última gran exposición de retratos de Picasso fue la del MoMA de Nueva York y el Grand Palais de París en 1996. Dos décadas después, la National Portrait Gallery (NPG) de Londres y el Museo Picasso de Barcelona han unido fuerzas para presentar 75 obras que abarcan todas las épocas y estilos del artista, desafían las concepciones previas y sitúan el género en una perspectiva completamente diferente.
La muestra, presentada ayer en la capital inglesa pero que no se inaugurará hasta el 6 de octubre, y no llegará a Barcelona hasta el 2017, va a abarcar desde cuadros conocidos del pintor hasta otros que no se han visto nunca en el Reino Unido, como por ejemplo el retrato cubista que hizo en 1910 del mecenas alemán Daniel-Henry Kahnweiler (una figura muy importante al inicio de su carrera), prestado por el Instituto de Arte de Chicago, o el que pintó en 1938 de Nusch Éluard, acróbata, artista y esposa del poeta surrealista Paul Éluard.
Pocas cosas son tan valiosas como la independencia y Picasso –al contrario que tantos otros genios de la pintura– no hacía sus retratos por encargo, con la obligación de satisfacer los gustos y los requisitos de quienes pagan, sino con total libertad. Esa despreocupación de que el resultado sea o no del agrado del protagonista constituye un enorme valor añadido, del que los comisarios de la exposición son muy conscientes. “Estamos encantados de poder presentar una muestra que se centra en la reinvención del retrato por parte de Pablo Picasso, de la manera en que hizo añicos las concepciones que rodeaban el género, y en su genial dominio de la caricatura”, dice Nicholas Cullinan, director de la NPG de Londres, que ha acudido no sólo a grandes museos internacionales sino a colecciones privadas para conseguir la selección más representativa posible de obras del artista en todos los formatos (grabados, acuarelas, dibujos clásicos, etcétera).
Los organizadores van a poner gran énfasis en destacar las diferencias entre las distintas épocas y estilos de Picasso como retratista, el realismo de sus primeros años, las interpretaciones más formales, las caricaturas y las imágenes dominadas por la gestualidad. En analizar sus fuentes de inspiración, la manera diferente en que leía y reflejaba los rostros, cabezas y corazones de hombres y de mujeres, en las motivaciones de sus cambios de técnica, forma y estilo, en el placer que encontraba en desafiar las normas tradicionales de la representación. En distinguir entre la manera en que retrataba a amigos, enemigos, conocidos y desconocidos, a quienes quería, a quienes odiaba y a quienes le eran indiferentes, pero todos pasaban por el juicio inexorable de su plumilla o de su pincel.
La exposición –que también incluye autorretratos del artista– pasa revista a muchísimos personajes que por unas razones u otras fueron importantes en la vida de Picasso, amigos, amantes, mujeres y niños. En las salas de la NPG primero y del Museo Picasso después van a aparecer Guillaume Apollinaire, Carles Casagemas, Santiago Rusiñol, Jean Cocteau, Igor Stravinski, Jaume Sabartés, Marie-Therèse Walter, Fernande Olivier, Olga y Jacqueline Picasso, Dora Maar, Lee Miller o Françoise Gilot, todo un quién es quién de la época. Y a su lado, caricaturas inspiradas por maestros como Rembrandt y Velázquez con quienes el genio malagueño se sentía especialmente identificado.
“Es lógico que la National Portrait Gallery, dedicada alos retratos, y nuestra institución, dedicada al artista, hayamos sido los instrumentos para hacer esta reevaluación de cómo redefinió una y otra vez el género. Se trata de un desafío a las ideas preconcebidas de lo que es un retrato, y a cómo debe parecer un retrato del propio maestro”, señala Bernardo Laniado-Romero, director del Picasso de Barcelona.
El genio retrataba de manera distinta a hombres y mujeres, a amigos y enemigos, a quienes quería y odiaba