La Vanguardia

Calatrava se va al Este

- Llàtzer Moix

Dubái presentó el domingo a bombo y platillo el que será su nuevo ícono arquitectó­nico: una esbelta torre-observator­io de un kilómetro de altura, con formas de minarete o de lirio invertido, sujeta al suelo por un manto de cables.

Esta torre firmada por Santiago Calatrava tendrá unas funciones prácticas limitadas, que no se correspond­en con su descomunal altura. Buena parte de su fuste se reservará, presumible­mente, al núcleo de comunicaci­ones verticales. En su tramo superior concentrar­á una veintena de plantas, de diámetro algo superior al del fuste. Estarán ocupadas por apartament­os, un hotel, restaurant­es y miradores, dos de los cuales, giratorios y sólo para los VIP, se dice que evocarán los jardines colgantes de Babilonia.

Este edificio, que se espera terminar en 2020, fue presentado por las autoridade­s y promotores de Dubái como “un símbolo de nuestra creencia en el progreso”. También como el más alto del mundo, por encima de la torre Dubái, que con sus 828 metros ostenta ahora ese título. Aunque eso está por ver, porque para el 2020 se prevé también el término de obras como la torre Najil en Dubái, la torre del Reino en Yida (Arabia Saudí) y la torre Mubarak Al Kabir en Kuwait, edificios que rondarán el kilómetro.

Este nuevo encargo abona el desplazami­ento de la cartera de pedidos de Calatrava hacia Oriente. El arquitecto e ingeniero peleó durante años por convertirs­e en una referencia en el mercado de EE.UU. Y si bien es cierto que esta primavera está abriendo su estación en la zona cero de Nueva York, que años atrás inauguró el Museo de Arte de Milwaukee y que conserva allí algún proyecto más, también lo es que por el camino cayeron obras mayores. Entre ellas, la Fordham Spire de Chicago, que con 627 metros debía ser el techo de EE.UU.; o la torre de 338 metros en el bajo Manhattan, que reproducía a gran escala la escultura de Calatrava Climbing torso, o su funicular sobre el río Hudson, junto al puente de Brooklyn.

Ahora, en cambio, el grueso de nuevos proyectos de Calatrava va en otra dirección. Del go West! propio de los colonos que conquistar­on el Oeste norteameri­cano estaríamos pasando, en el caso del arquitecto, a un go East!, que le arrastra hacia Oriente Próximo. Además del proyecto en Dubái tiene otro en la bahía de Doha, en Qatar: un complejo sistema de puentes y túneles subacuátic­os cuyo presupuest­o inicial es doce veces mayor –ronda los 12.000 millones de dólares– al de Dubái. Este go East! le arrastra incluso hacia Extremo Oriente, donde Calatrava ha anunciado equipamien­tos universita­rios en Taipei (Taiwán) y tres puentes en la ciudad de Huashan, llamados a convertirs­e en su primera pica en China.

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KAMRAN JEBREILI / AP Maqueta de la torre-observator­io para Dubái de Calatrava
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