Grecia intenta poner coto a los activistas prorrefugiados en Idomeni
Cinco voluntarios catalanes, entre los 40 detenidos en el campamento fronterizo
La tensión crece día a día en Idomeni, el campamento de refugiados e inmigrantes en la frontera cerrada con Macedonia, y el Gobierno griego ha decidido tomar cartas para poner coto a los activistas. Les acusa de estar detrás de los disturbios, de impedir el desmantelamiento del campamento y de poner en peligro las relaciones con el país vecino.
La policía griega ha detenido a unos 40 voluntarios entre el miércoles y el jueves en Idomeni, denuncian los activistas, que ven una clara estrategia de amedrentamiento. Entre ellos hay cinco voluntarios catalanes, miembros de la asociación Brigada del Vallès, que fueron arrestados la noche del miércoles en Eko, uno de los pequeños campamentos en las inmediaciones de Idomeni, explicó ayer a este diario la joven activista Clara Sánchez, recién regresada a Catalunya después de un mes en Grecia.
Tras pasar la noche en comisaría, cuatro fueron puestos ayer en libertad: dos sin cargos y otros dos acusados de “desestabilización de la democracia griega” por haber participado en los disturbios del miércoles, cuando unos 50 migrantes trataron de derribar la alambrada de espino que protege la frontera y fueron dispersados con gases lacrimógenos por la policía macedonia. La quinta activista, Ariadna Masmitjà, permanecía detenida anoche, al parecer acusada de resistencia a la autoridad, según Efe.
Fuentes del Ministerio de Orden Público griego no quisieron precisar a este diario la cifra total de activistas detenidos en las últimas horas en Idomeni, asegurando que se trataba de una “operación aún abierta”. Sí confirmaron, sin embargo, que “varios ciudadanos extranjeros que no están registrados con ninguna oenegé reconocida” habían sido “detenidos temporalmente”. La policía griega los identificó, los registró en busca de drogas y comprobó que no estuvieran implicados en “actividades sospechosas”. “Necesitamos saber quién es esa gente y qué están haciendo”, aseguraron.
Hace semanas que el Gobierno griego, en manos del partido izquierdista Syriza, está subiendo el tono con los activistas prorrefugiados, a quienes acusa de boicotear el desmantelamiento del campamento de Idomeni, donde permanecen unos 10.000 refugiados e inmigrantes en condiciones insalubres que se niegan a ser conducidos a campos oficiales. Las autoridades griegas dicen que los activistas instigan los disturbios, como los del miércoles.
“Tenemos pruebas de que algunos ciudadanos extranjeros y griegos están impidiendo que los refugiados se vayan –aseguran desde el ministerio–. Estamos actuando ante la presencia de personas implicadas en actividades dudosas en un lugar tan sensible como la frontera, que ponen en peligro las relaciones diplomáticas con los países vecinos. Ningún país lo permitiría”.
“Idomeni no es un campo de acogida formal, no tiene las condiciones sanitarias ni humanitarias para acoger a los refugiados. No pueden quedarse allí y deben asumir la realidad: la ruta de los Balcanes está cerrada y no va a abrirse. La situación en Idomeni es extremadamente delicada, porque es muy difícil tratar con personas tan desesperadas, que se aferran a cualquier esperanza, no podemos permitirnos que haya gente comportándose de forma tan irresponsable”, dicen.
Acusaciones que “no tienen ni pies ni cabeza”, dice Clara Sánchez, una de las organizadoras de un espacio infantil en el campamento de Eko donde se ofrecen clases y actividades de ocio. “Los voluntarios nunca haríamos nada que pudiera poner en riesgo la vida de los refugiados”, asegura.
La activista, de 26 años, acusa al Gobierno griego de intentar amedrentar al voluntariado con esta oleada de detenciones: “Para que no estemos allí para documentar y denunciar los abusos que sufren los refugiados. Los quieren llevar a campos militares, que es una forma de institucionalizar y cronificar el problema. La intención verdadera es
Atenas acusa a los prorrefugiados de instigar los disturbios e impedir que se desmantele el campo Helicópteros y aviones militares griegos sobrevuelan el campo de acogida y siembran el pánico
encerrarlos, ya lo hemos visto con otros campos de acogida, que de repente se convierten en centros de detención”.
Los activistas sobre el terreno denunciaron que ayer helicópteros y aviones militares sobrevolaron Idomeni, provocando un ruido atronador que sembró el pánico entre niños y adultos traumatizados por la guerra.
No es el único foco de tensión para el Gobierno. En el puerto del Pireo, en Atenas, unas 5.000 personas –sirios, afganos e iraquíes, principalmente– viven acampadas y también se niegan a ser trasladadas a campos oficiales.