Avería general
Una multiplicidad de factores ha influido en el deterioro de un Barça instalado en una situación límite
El empate ante el Villarreal en la trigésima jornada de Liga, cuando el Barcelona llegó al descanso con una ventaja de 0-2, respondió a una desconexión del equipo, pero la derrota del Atlético significó la ampliación de la ventaja blaugrana en el campeonato y alcanzar el 39.º partido de imbatibilidad antes del paréntesis de selecciones. Dos semanas después, el Barça capitulaba en el clásico en un mal partido que se dejó remontar por el Madrid (1-2). Pudieron ser dos accidentes, episodios ocasionales en el camino triunfal del tricampeón, pero los resultados posteriores –descalabro en Anoeta y eliminación de la Champions– y la decadencia en el juego evidencian que el conjunto de Luis Enrique está en crisis, porque el declive es sostenido y responde a una multiplicidad de factores. Quedan siete partidos y está obligado a superar la frustración para seguir aspirando a la Liga y la Copa. ¿Cómo ha podido el Barcelona caer en este agujero en poco más de tres semanas?
Prohibido repetir. Que desde 1993, cuando se articuló el actual formato, ningún equipo haya conseguido dos títulos de Champions seguidos no es producto de la casualidad. Levantar la Copa de Europa repercute en grandes esfuerzos adicionales, como la disputa de la Supercopa y el Mundial de Clubs en territorios remotos. En Georgia, en el primer partido de la temporada, el Barça se destrozó físicamente para batir al Sevilla (5-4) en la prórroga y tuvo que frenarse para disputar la Supercopa de España, que perdió ante el Athletic. La temporada pasada el Real Madrid conquistó el Mundial coronando una fabulosa serie de 22 victorias consecutivas. Pero al regresar de Japón reventó. Perdió contra el Valencia en la Liga, fue despedido de la Copa por el Atlético –un equipo que ataca las debilidades con fiereza– y terminó firmando un curso en blanco, con los títulos monopolizados por un Barça oxigenado por un calendario más convencional.
En la actual campaña el equipo blaugrana resistió el Mundial, pero se ha desinflado ahora. Esta temporada ha jugado 12 partidos más que el Madrid –con rivales europeos mucho más asequibles– y 7 más que el Atlético y varios futbolistas ya han disputado más minutos que en todo el curso pasado, aunque Luis Enrique insiste en que las piernas no están cargadas. “Tenéis un concepto de la preparación física muy deteriorado. El estado físico de un grupo tiene mucho que ver con el estado anímico. Este equipo, con datos reales, llega más fresco que la temporada pasada. Que nadie se preocupe que por la preparación física no va a ser”, dijo el entrenador antes del partido de Anoeta. Dos partidos después, la sospecha sobre el estado físico persiste y, respecto a la situación anímica, quedó perfectamente descrita en los rostros de los jugadores en el entrenamiento de ayer.
La estructura de equipo. Luis Enrique puso todo el peso de la embarcación en la proa. Con Messi, Neymar y Suárez, autores de 146 goles esta temporada, la embarcación blaugrana navega imparable con viento a favor. Pero cuando ha aparecido el oleaje y el tridente ha bajado el rendimiento –el Barça sólo ha marcado 2 goles de jugada en los últimos 5 partidos– ha quedado en evidencia la falta de recursos del conjunto. Exceso de peso delante y carencia de soluciones tácticas para equilibrar la embarcación. La posesión estéril, un defecto que Luis Enrique había paliado, fue la característica del Barcelona de la primera parte en el Calderón. Un Barça especulativo por primera vez en años, carente de confianza en su superioridad y de alternativas de pizarra para descifrar el dispositivo de Simeone.
La falta de banquillo incide en la administración de los esfuerzos de un once demasiado definido y en la dificultad para cambiar partidos con dinámicas perniciosas. Arda Turan y Aleix Vidal apenas han aportado, no han generado competencia por el puesto y no hay recambio fiable para unos delanteros que lo juegan todo por decreto, precepto en el que puede estar la causa del descenso de productividad del tridente. Las lesiones de Rafinha y Mathieu en momentos propicios para la oxigenación han limitado las opciones de un Luis Enrique que prácticamente sólo cuenta con un relevo, Sergi Roberto. Bartra, Douglas, Vermaelen o Adriano son absolutamente irrelevantes.
Contigo empezó todo. El virus FIFA existe, y sus efectos pueden resultar altamente perjudiciales. El Barcelona dio síntomas de dispersión ante el Villarreal, pero cuando de verdad entró en una dinámica crepuscular fue después de la interrupción por las selecciones a finales de marzo. Cuando se produjo la diáspora de 18 jugadores, el Barça aventajaba en 9 puntos al Atlético, en 10 al Madrid y acababa de eliminar al Arsenal en la Champions. Piqué fue el único que disputó dos partidos como titular con la selección española, Mathieu se lesionó con Francia, Messi y Suárez disputaron encuentros trascendentales al otro lado del Atlántico y Neymar fue a Brasil por segunda vez en pocas semanas.