Vivir para ver
Se acentúa el debate acerca de los beneficios, y los problemas, que ocasionan unos tipos de interés ya negativos en una amplia parte del mundo, con cerca de 7 billones de dólares de bonos rindiendo por debajo de cero. En la eurozona destaca Alemania, con todas las nuevas emisiones de deuda pública, hasta los 9 años de duración, con rentabilidades negativas. Y a 10 años rinden sólo un mísero 0,3%.
En este contexto germano, la discusión ha subido de tono, con la dura intervención de Wolfgang Schäuble, el ministro de Hacienda alemán, señalando a Draghi y a su política de tipos ultrabajos, como la responsable del fuerte avance del partido de ultraderecha Alternativa por Alemania. Este partido antieuro parece estar recogiendo el descontento de amplios segmentos del ahorrador alemán, que se siente expoliado, en especial si es pensionista, por una política monetaria diseñada para ayudar a los países del sur. Schäuble argumenta también que, con estos tipos artificialmente bajos, se están generando burbujas de activos. Por ello, demanda una intervención coordinada con la Fed y el Banco de Inglaterra para elevar, paulatinamente, el precio del dinero.
En Alemania, Schäuble no está solo en su crítica al BCE de Draghi. La industria de los seguros también está en pie de guerra: su negocio, con compromisos de largo plazo, se ve afectado por la baja rentabilidad
El BCE no puede satisfacer a todos y, claramente, no satisface a Alemania; ¿va a sobrevivir el euro?
de sus inversiones, lo mismo que sucede con el sector financiero, dada la dificultad de la banca para imponer tipos de interés negativos a sus clientes.
El BCE ha respondido, por boca de su vicepresidente Vítor Constâncio, que el repunte del crédito y de la actividad que se observa en la eurozona no hubiera tenido lugar de no haber sido por esta política. Esta contestación era de esperar. Tiene mucho más interés la del presidente del banco central alemán, Jens Weidmann. Por su explícito apoyo a Draghi, aunque siempre se ha opuesto a la expansión monetaria del BCE. Tratándose del gobernador del Bundesbank, no sorprende que lo haga en nombre del sacrosanto principio de la independencia de la banca central. En cambio, resulta más chocante la posición del ministro francés de finanzas, Michel Sapin, poniéndose también del lado del BCE. ¡Vivir para ver! Aunque también argumenta a favor de la independencia del BCE, a nadie se le escapa que las necesidades que este compre deuda francesa están a años luz de las de Alemania. Lo que menos necesitarían Francia, o España, ahora es que los tipos de interés subieran.
La caída de las primas de riesgo, arrastradas por las rentabilidades de la deuda de los países del sur, está en la base de la defensa que estos hacen de la política expansiva del BCE. Alemania, por el contrario, está en el extremo opuesto. De nuevo, una batalla en la eurozona que refleja disparidades económicas y, por ello, necesidades distintas. El BCE no puede satisfacer a todos y, claramente, no satisface a Alemania ¿Sobrevivirá a ello la moneda única? Está por ver.