Giro a la derecha
Las pequeñas oscilaciones del voto que detectan los sondeos pueden traducirse en una mayoría de centroderecha más clara
Las diferentes encuestas realizadas en los últimos meses indican un incremento del voto de centroderecha en caso de nuevas elecciones.
La repetición de las elecciones no traería grandes cambios”. Como argumento para no convocar nuevos comicios podría funcionar, pero como pronóstico para el 26 de junio, no. Es más: incluso aquellos sondeos que auguran una sensible modificación en el reparto de escaños –pero siempre insuficiente para romper el bloqueo actual– podrían entrañar un inesperado error predictivo. Al menos así se deduce de las distintas encuestas difundidas recientemente, que evidencian el notable impacto que puede tener sobre el actual cómputo de diputados un cúmulo de pequeñas variaciones en la estimación de voto.
Otra cosa es lo que pueda ocurrir el 26 de junio si finalmente se convocan nuevas elecciones, tras una campaña cuyos efectos no hay que desdeñar, por aburrida y reiterativa que resulte. En este sentido, y del mismo modo que la movilización de los votantes populares parece mantenerse sin grandes cambios, es muy posible que las pérdidas que se atribuyen a Podemos sean finalmente mucho menores de las anunciadas. Los votantes no suelen cambiar el signo de su voto en periodos de tiempo tan cortos como el transcurrido desde el 20 de diciembre.
Sin embargo, no es fácil que todos los partidos mantengan el 26-J el mismo grado de movilización que hace cuatro meses. Y la experiencia histórica envía un inquietante mensaje al PSOE. La repetición de los comicios siempre se salda con pérdidas entre el electorado socialista. Ocurrió en las autonómicas de Madrid en el 2003 , pero también en las elecciones asturianas del 2012.
Ciertamente, a corto plazo no cabe esperar ningún desplome espectacular, pero la desigual erosión que se aprecia en las dos grandes formaciones de la izquierda (PSOE y Podemos), combinada con el mantenimiento del PP y el avance de Ciudadanos, dibuja cambios sensibles en el reparto de escaños. Y sobre todo en la correlación de fuerzas entre el centroderecha y la izquierda.
Para empezar, el PP mantiene unas expectativas siempre por encima de los 120 diputados (hoy tiene 123), que podrían llegar perfectamente a los 130 si la izquierda pierde finalmente fuelle y los escándalos –incluso los que todavía estén por aparecer– siguen amortizados electoralmente. Y lo más importante: si Ciudadanos mejora sus perspectivas de voto incluso en las estimaciones más modestas (en torno a dos puntos), su cómputo de diputados podría acercarse a los 50 (o superarlo en algún supuesto).
A partir de ahí, el desenlace situaría al centro y la derecha tan cerca de la mayoría absoluta que cualquier otra combinación resultaría imposible de cuadrar. Es verdad que el PP continuaría siendo una escuálida primera fuerza (a 50 diputados de la mitad más uno de la Cámara: 176), pero la renovada suma de Ciudadanos y PSOE seguiría también muy lejos de la mayoría del Congreso, con un techo en torno a los 140 escaños. El partido de Rivera saldría, en suma, muy reforzado de los comicios, pero su socio natural sería casi exclusivamente el PP.
Por su parte, el conjunto de la izquierda podría ceder hasta casi tres puntos en cuota de voto y entre siete y 25 diputados (ahora suma 161). Esa debacle se explicaría porque el posible ascenso de IU a expensas de la caída de Podemos no compensaría los escaños que podría extraviar el partido de Iglesias. Y en ese contexto, los 84 diputados que pudo haber obtenido una coalición de IU y Podemos con los resultados del 20-D, quedarían ahora confinados a la condición de un irrepetible cuento de la lechera en el que, a partir del 26-J, será del todo inútil llorar sobre la leche derramada.
A su vez, el PSOE parece anclado en un estancamiento que en el mejor de los casos le proporcionaría media docena de diputados más, aunque el desenlace más probable le restaría alguno de los actuales 90 parlamentarios. En cualquier caso, el pomposo “gobierno del cambio” que proponen los líderes de Podemos sobre la base de sumar todas las fuerzas de izquierda quedaría el 26 de junio aún más lejos de la mayoría de lo que ya lo está hoy.
La erosión que sufre Podemos e incluso el PSOE contrasta con el mantenimiento del PP y el avance de C’s