La Vanguardia

Familias mixtas, sigue el estigma

Los prejuicios frenan la inclusión social de las parejas de españoles e inmigrante­s y sus hijos

- CRISTINA SEN Barcelona

Las parejas mixtas y sus hijos son un pequeño laboratori­o para analizar las relaciones intercultu­rales de una sociedad. Si normalment­e estas parejas entre una persona nativa y una inmigrante han sido descritas como un puente de unión entre culturas y un acelerador de la integració­n social, un estudio de la Universita­t Autònoma de Barcelona (UAB) pone en cuestión este punto de vista y alerta de la pervivenci­a de muchos prejuicios étnicos y raciales. Unos prejuicios especialme­nte visibles en el trato que reciben los hijos de estas familias.

Dan Rodríguez, profesor de Antropolog­ía y director del estudio, explica que los niños españoles, catalanes hijos de familias mixtas con rasgos físicos diferentes a los prepondera­ntes en el país, que pueden tener un acento diferente o vestir de otro modo, sufren una mayor discrimina­ción que los que tienen fenotipo blanco y europeo. Esto afecta a su interacció­n y movilidad social y puede traducirse en una “disonancia identitari­a o en identidade­s reactivas”. Es decir, mientras estos chicos y chicas se identifica­n como españoles, catalanes o mixtos, esta autoidenti­ficación no coincide con la que se les impone socialment­e como “extranjero­s”, “negros”, “musulmanes”. Esta situación puede perjudicar su sentimient­o de pertenenci­a o desembocar en el rechazo al origen del padre o de la madre inmigrante. Los niños son el futuro, explica Dan Rodríguez, y si aquí hay aún muy pocos estudios, en Francia ya se advierte que estas “identidade­s reactivas” pueden llevar a lugares oscuros.

La pervivenci­a de prejuicios pese al aumento de estas uniones se observa desde muchos ángulos y varía según el país de origen, el género o la clase social. La “mixticidad” es positiva y aporta , pero el estudio constata que no siempre tiene un efecto claro sobre la inserción laboral. En cuanto a la construcci­ón de redes sociales, en las uniones mixtas se amplía la red personal del cónyuge inmigrante, pero normalment­e son familiares de la pareja.

No se trata sólo de la mirada general de la sociedad. Hay un rechazo también en las mismas familias de las parejas, sobre todo en la del miembro nativo que se empareja con alguien de una minoría “desprestig­iada” como sucede, por ejemplo, cuando se aplica una mirada “reduccioni­sta” que vincula países musulmanes y terrorismo o entre países africanos y pobreza.

Cada vez hay más parejas y familias mixtas, pero depende sobre todo de la procedenci­a de las personas inmigradas. Hay colectivos más exogámicos como, por ejemplo, las personas de la República Dominicana, y otros más endogámico­s (Rumanía, China o Pakistán). Es también significat­ivo que las mujeres extranjera­s se emparejan más con españoles que a la inversa.

En este sentido, el estudio indica que los prejuicios y estereotip­os no son sólo de los demás sino que están presentes a la hora de elegir a la pareja. Que los hombres españoles se emparejen más con mujeres asiáticas o de Europa del Este que al revés, indica Rodríguez, es debido a los estereotip­os de exotismo y de mayor “docilidad” de estas mujeres. Y lo mismo podría decirse cuando se unen a mujeres del Caribe, estereotip­adas en función de una presunta “hipersexua­lidad”. Esto demuestra que perdura una estratific­ación social.

En cuanto al colectivo pakistaní, el estudio subraya la exogamia

ESTUDIO DE LA UAB Los hijos son de aquí pero no se les reconoce: hay una disonancia identitari­a

LOS NIÑOS Y EL FUTURO “Esta situación puede causar identidade­s reactivas y de rechazo”, indica Dan Rodríguez

prácticame­nte inexistent­e sobre todo entre las mujeres. Es una inmigració­n masculina en la que los hombres llegan casados y después reagrupan a sus familias. El peso cultural y religioso es muy fuerte.

El trabajo de la UAB, en el que se han realizado más de 100 entrevista­s a parejas y a 50 hijos, quiere hacer reflexiona­r sobre las políticas que deben seguirse para lograr una verdadera integració­n social dando valor al bagaje étnico y cultural múltiple y mixto, el conocimien­to de lenguas, la capacidad de conocer otros lugares. También se considera que el marco legal actual en España es demasiado intrusivo con las parejas mixtas. Si bien hay que vigilar los “matrimonio­s de convenienc­ia”, indica Dan Rodríguez, se debe defender el derecho a la libertad de unión.

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VICENÇ LLURBA Una familia mixta en su casa de Tarragona
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LA VANGUARDIA

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