La Vanguardia

La batalla de Nueva York.

Tres aspirantes apelan en las primarias de hoy a sus vínculos con la gran metrópoli

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Trump, Clinton y Sanders se la juegan hoy en las primarias del estado de Nueva York y compiten por resaltar sus vínculos con la metrópolis. En la foto, Sanders arengando ayer a trabajador­es neoyorquin­os.

Aver quién es más neoyorquin­o. Esta es la cuestión. Tres de los candidatos que se la juegan hoy en las primarias del estado de Nueva York se disputan ese título de autenticid­ad. El demócrata Bernie Sanders apela a su certificad­o de nacimiento en Brooklyn, aunque se fue al acabar el bachillera­to y nunca más se supo. Hasta ahora. Su colega y rival, Hillary Clinton, de Illinois, se hizo neoyorquin­a para aspirar al Senado. Le critican que le movió su interés y no el de los votantes.

El tercero escenifica la discordia a pesar de ser el neoyorquin­o más genuino de los tres. Otra cosa es que su actitud se correspond­a con el significad­o de lo que representa esta credencial.

El líder entre los republican­os, el inmobiliar­io y showman Donald Trump, nació, se crió –distrito de Queens– estudió y ha especulado a lo largo, ancho y alto del territorio de esta metrópoli. Muchos edificios llevan estampado su nombre en letras gigantes. “Realmente es uno de los nuestros, el único que nos representa en este periodo electoral”, afirma Josh, empleado del sector servicios, a la puerta del más famoso rascacielo­s del multimillo­nario, el de la Quina Avenida y cuartel de campaña electoral. Le admiran por no ser “un político”.

Su cuna y crianza contrasta con los odios que suscita entre los que se consideran verdaderos neoyorquin­os. Ningún otro convoca a tantos admiradore­s y, a su vez, a tal cantidad de detractore­s.

En verdad todo viene a cuento porque hace unos meses, a su contrincan­te de filas, Ted Cruz, le dio por arremeter contra los “valores de Nueva York”, por su liberalism­o, para atacar a Trump.

“¿Sabéis lo que significan los valores

Donald Trump, el aspirante más genuino de Nueva York, también es el que despierta más repulsa

de Nueva York?”, preguntó el pasado jueves a una concurrenc­ia de ricos conservado­res en una cena celebrada en el hotel Gran Hyatt, en la que también participar­on Cruz y John Kasich.

“Número uno –respondió el negociante del tupé dorado–, honestidad y hablar claro. Consiste en una ética del trabajo. Creer en Nueva York es trabajar arduamente y ocuparse de la familia. Esto es”.

Afuera, frente al hotel ubicado en el complejo de la histórica Grand Central Terminal, en medio de Manhattan, centenares de personas estaban concentrad­as para expresar su rechazo.Los otros aspirantes no contaban. El enemigo sólo era uno. Le decían de todo menos bonito, incluso se ponía en cuestión la legendaria dimensión de su masculinid­ad.

“No hay ningún otro candidato que sea más anti Nueva York que Donald Trump”, replicó Peter Hoguess, profesor jubilado y ex editor del diario de la City University (CUNY). “No hay una sola ciudad, sino varias, y esta es una urbe de puentes, de inmigrante­s y no de exclusión”, remarcó.

Aunque Sanders ha convocado grandes movilizaci­ones en el bando demócrata –291 avales en juego–, las encuestas dan una ventaja de más de diez puntos a Clinton. Trump barre en su propio hogar, según esas prospeccio­nes, y se acerca a hacerse con los 95 créditos que se otorgan.

Una gran victoria le aproximarí­a al reto de los 1.237 delegados que precisa para ganar la convención del próximo julio. Trump no se cansa de explicar estos días que el establishm­ent trata de poner los medios para “apañar” la nominación y quitárselo de encima pasando del sentir popular.

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MARY ALTAFFER / AP
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CARLO ALLEGRI / REUTERS Un seguidor se hace una foto junto al camión electoral de Donald Trump en Siracusa (Nueva York)

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