Preocupación en el Barça por el estilo de vida de Neymar
Ni el club ni los técnicos encuentran soluciones para una crisis que no esperaban Mundial de Clubs de Yokohama.
“No estamos para fiestas”, contestaba ayer un portavoz del FC Barcelona para explicar el porqué de la ausencia en Berlín de representantes del club en la entrega de los Laureus. La caída libre del primer equipo (apeado de la Champions y capaz sólo de sumar 1 punto de 12 posibles en la Liga) es ya el tema central que ocupa y preocupa a la entidad de forma transversal, desde el palco hasta el banquillo de entrenadores. Nadie esperaba del equipo perfecto un desplome semejante. Nadie. Y precisamente por eso nadie preparó un plan preventivo de emergencia ante un eventual desmoronamiento. La crisis sigue provocando más preguntas que respuestas y fiarlo todo a la recurrente explicación de la “dinámica negativa” resulta incompleto. Hay tiempo para enderezar el rumbo, pero el confortable colchón de puntos respecto a Madrid y Atlético se ha desintegrado y las dudas vencen sobre las certezas de cara al doblete.
Los jugadores están con su entrenador aunque las derrotas siempre faciliten la aparición de pequeños movimientos insurgentes, de momento poco relevantes. El mayor logro del técnico asturiano, además de minimizar las lesiones con sofisticados planes preventivos y dominar la preparación física de la plantilla, fue el uso de un mensaje directo que el jugador siempre ha agradecido así como la fusión del juego colectivo de todo el equipo en armonía con Messi, Neymar y Luis Suárez, sin duda la gran clave táctica para explicar el triplete y también la muy solvente obtención del
Nolito no viene
Llegados a esas fechas de invierno Luis Enrique ya sabía que el club no le daría a Nolito (por razones económicas) pese a su insistencia. El técnico entendió los motivos pero las rotaciones de los tres de arriba pasaron de escasas a nulas con la excepción de alguna aparición puntual de Munir y el bloqueo, futbolístico y mental, de los sudamericanos (en especial de Messi y Neymar a la vuelta del último parón internacional) se ha hecho evidente. Por otra parte, la falta de confianza en gran parte de los suplentes, sospechosa desde hace meses, se hizo palmaria de nuevo contra el Valencia. Ni una sustitución pese a los síntomas de agotamiento y saturación de algunas piezas vitales como Rakitic o Busquets en el centro del campo. Los efectos de la sanción de la FIFA han reaparecido, no sólo porque el Barça no pudo fichar hasta el invierno del 2016, sino porque las bajas previstas en verano debieron aplazarse un año para no dejar la plantilla corta de efectivos. Así
EL BANQUILLO pues, Bartra, Vermaelen, Adriano o Douglas se han convertido en elementos casi decorativos, mientras Arda Turan y Aleix Vidal no han tenido el rendimiento inmediato pronosticado. Rafinha y Mathieu, los integrantes de la clase media más creíbles para Luis Enrique, se han lesionado. El brasileño acaba de volver después de seis meses de baja y el francés no ha podido dar oxígeno a los centrales ni a Jordi Alba desde que se inició el bajón.
El presidente no interviene
La junta de Bartomeu no interviene en asuntos deportivos si no se trata de situaciones límite. Sucedió en enero del 2015 cuando Luis Enrique y Messi chocaron antes y después de la derrota de Anoeta y el presidente bajó del despacho al césped a poner paz con la ayuda de algún capitán. El presidente mantiene estos días charlas con el entrenador pero, con el equipo líder aún en la Liga y finalista en la Copa, considera que intervenir podría ser contraproducente. Luis Enrique tiene toda la confianza. Ayer sólo se tomó una decisión distinta. Robert Fernández, secretario técnico, hizo declaraciones en los medios oficiales.
El ambiente del vestuario se ha resentido con las derrotas; Neymar y Messi no congenian como antes
Es más viejo que el fútbol. Las victorias dulcifican el ambiente de cualquier vestuario y las derrotas lo enrarecen. En esas está el Barça ahora. La situación más preocupante es la pérdida de sintonía entre Messi y Neymar, antes colegas y hoy distantes y lo peor es que esa falta de química repercuta sobre el campo. La relación entre el brasileño y otros jugadores también se ha resentido.
Con todo, el dato positivo es que la crisis no es de compromiso.El equipo se vacía. Es de confianza.
La sanción de la FIFA impidió la salida en verano de varios jugadores con los que no se cuenta