Seguridad global
El impeachment de Dilma Rousseff tiene una trascendencia que va mucho más allá de su dimensión estrictamente brasileña. Se trata de la presidenta de un país muy importante, ya no en el mundo latinoamericano, sino en toda la economía mundial, cuya crisis política incide muy negativamente en la estabilidad que, en este momento, se precisaría. Con ello, no se trata de juzgar negativamente lo que sea una iniciativa constitucional, y por tanto legítima, sino lo que ello pone en sí mismo de manifiesto. Brasil aparece socialmente muy dividido, en medio de una crisis económica de importante dimensión, lo que abre interrogantes y causa inquietud sobre el futuro inmediato de aquel país.
Con el impeachment de Dilma Rousseff, lo que se pone de manifiesto, de entrada, es que todo es interdependiente. Ya nada de lo que ocurre en el más lejano de los países deja de tener incidencia en nuestra realidad más inmediata. Los grandes valores que acompañan al progreso y al desarrollo económico ya no se predican localmente, sino que tienen una clara repercusión global y condicionan escenarios muy distantes, ajenos totalmente a las causas de la crisis en Brasil. Y ello obliga a reflexionar sobre la necesidad y conveniencia de avanzar en una cierta institucionalización más potente de los organismos internacionales, capaces de ordenar o incidir en este tipo de crisis. Lo que en Brasil pasa nos afecta a todos y su causa se encuentra repartida, consentida o estimulada, en prácticas que trascienden en mucho las fronteras de aquel país.
En un corto espacio de tiempo se ha demostrado que lo que ocurre en Panamá o cómo se legisle en este país no es inocuo para el resto del mundo, y que lo que ocurre en Brasil puede afectar al crecimiento económico mundial.
Frente a estas situaciones, las respuestas
Ya nada de lo que ocurre en el más lejano de los países deja de tener incidencia en nuestra realidad más inmediata
locales –legítimas e imprescindibles– pueden resultar insuficientes.
Un mundo globalizado exige una capacidad de reacción global de carácter institucional y decisivo que pueda homogeneizar legislaciones y sanciones, para evitar así escándalos o situaciones que repercuten en la calidad de vida y seguridad de muchísimos ciudadanos, al margen del país en el que vivan.
Ahora, la seguridad sólo puede ser global.