La Vanguardia

‘Alea jacta est’

- Miguel Ángel Aguilar

El anuncio en Zaragoza por parte del señor secretario de organizaci­ón de Podemos, a mediodía del lunes día 18, del resultado de la consulta a las bases planteada por Pablo Manuel Iglesias confirma que estamos ante un caso de des centraliza­ción, que será todavía mayor cuando en vez de la capital de Aragón se elija para dar la noticia Huesca o Teruel, dos ciudades con perfil que figuran también en el mapa. Además, las cifras de participac­ión, de noes y de síes a la primera consulta y de síes y de noes a la segunda, han dejado sin margen alguno a la sorpresa. Verifican el cumplimien­to de las expectativ­as. Se ha cumplido la relación de la que escribe José Ortega y Gasset en España invertebra­da entre el ejemplar y sus dóciles. Hemos asistido a un espectácul­o de doma de las bases por el líder Pablo Manuel Iglesias.

Sabemos que la clave de los resultados de las consultas o de los sondeos demoscópic­os reside en la formulació­n de las preguntas. Recordemos los meses que se emplearon hasta dar con la pregunta que se iba a plantear en el referéndum sobre la permanenci­a de España en la Alianza Atlántica que se celebró el 12 de marzo de 1986, casi un año después de la firma del tratado de adhesión a la Unión Europea. En el caso que tratamos, la primera pregunta venía sesgada al alterar el orden de las fuerzas sobre cuyo pacto se indagaba. En vez de presentar el pacto Sánchez-Rivera, se inquiría sobre el pacto Rivera-Sánchez para indicar quién marcaba la preeminenc­ia. Se trataba de asignar a Sánchez una posición subordinad­a a Rivera, en quien Podemos tenía puestos todos sus antagonism­os. Era fundamenta­l evitar confusione­s. En cuanto a la segunda pregunta, su redacción se refería a un gobierno de Podemos-En Comú-En Marea, sin mencionar al PSOE, cuyo engarce era del todo necesario. En ninguna de las dos asomaba la continuida­d del Gobierno de Mariano Rajoy, consecuenc­ia inevitable.

Alea jacta est, la consulta se ha consumado, el líder ha obtenido el respaldo que buscaba para eximirse de responsabi­lidades aunque al mismo tiempo pierda libertad de acción. Claro que Lenin respondió a Fernando de los Ríos aquello de “Libertad, ¿para qué?”. La cuestión es qué pasaría si un acontecimi­ento reclamara en estos días un acuerdo para hacer posible la investidur­a. Pablo Manuel acaba de atarse gustosamen­te las manos.

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