NO SIRVE CUALQUIERA
Los perros terapéuticos son de cualquier raza. Muchos de los que participan pasaron por una perrera o por un contenedor de basura y alguien los adoptó. Pero no sirve cualquiera para trabajar con ancianos, con jóvenes sin familia cargados con demasiados problemas o con pacientes hospitalizados o de un centro psiquiátrico. Las cualidades esenciales son:
SER SOCIABLES Que les guste de manera natural el contacto social, porque van a estar expuestos a muchas manipulaciones, abrazos, caricias, tirones, gestos de miedo. Y han de disfrutar.
JUGUETONES Para dar siete veces seguidas las volteretas que les piden (hacer la croqueta) o pasar por un aro o un túnel, o entre las piernas del humano cada vez que le diga “puente”, les ha de gustar mucho el juego. Y la comida, los dos elementos de estímulo para convertirse en esos terapeutas que siempre responden, aunque repitan piruetas.
EQUILIBRADOS Algunos de sus pacientes van con caminadores, otros en silla de ruedas o caminan de forma diferente a
la mayoría con movimientos espasmódicos. Así que muchos perros se asustan. Han de tener un carácter muy equilibrado para recuperarse rápidamente del susto y volver al trabajo.
SIN TRAZA DE AGRESIVIDAD Es esencial que en ningún momento hayan manifestado agresividad, porque han de ser muy predecibles y provocar la confianza absoluta de los adiestradores y sus
pacientes.
A partir de ahí, sirve cualquier perro, por grande o por pequeño que sea. Todos los que participan en el programa tienen un adiestramiento básico en obediencia para que puedan trabajar fuera, en la calle, en un centro comercial, donde sea, incluso sin correa.