La Vanguardia

Dron en el aeropuerto: “Tenía que pasar”

Un aparato no tripulado se cuela en las pistas de Heathrow y choca con un avión de pasajeros en pleno aterrizaje

- JAVIER RICOU Lleida

“Era cuestión de tiempo”. “Tenía que pasar”. Pocas crónicas estaban tan anunciadas como la que se acaba de escribir en el aeropuerto de Heathrow. Un dron ha chocado con un avión de pasajeros en plena maniobra de aterrizaje. Ocurrió el domingo y la suerte se alió, en este caso, con los 132 pasajeros y los 5 tripulante­s de la aeronave. El avión, un Airbus de British Airways procedente de Ginebra, tomó tierra sin problemas pese al inesperado impacto del dron en su parte delantera.

“Que ocurriera un suceso como este era sólo cuestión de tiempo”, ha declarado un portavoz de la Asociación de Pilotos de British Airlines”. “Augurábamo­s que algo así, más tarde o más temprano, iba a ocurrir”, coincide Rafael Teijó, piloto de avión y miembro del sindicato Sepla. La falta de una normativa clara sobre el uso lúdico de drones (cualquiera puede comprar uno de estos aparatos e iniciar el vuelo sin titulación ni ningún control) preocupa especialme­nte al sector aéreo. Y más después de lo ocurrido en Heathrow. “Episodios como este demuestran que falta mucha informació­n y formación entre los propietari­os de esos drones. Sobrevolar las pistas de un aeropuerto es una temeridad”, añade Rafael Teijó. “He hablado con mis colegas de Gran Bretaña y me han dicho que los pasajeros de ese Airbus contra el que impactó el dron han tenido mucha suerte”, revela este piloto de aviones comerciale­s.

Las consecuenc­ias de una colisión con un dron (aparato de acero y hierro) no son comparable­s, en nada, al impacto con una ave, incidencia a la que sí están acostumbra­dos los pilotos. “Un dron que entre por una turbina, que gira a quince mil revolucion­es por minuto, puede acabar destrozand­o todo el motor y también alcanzar a los pasajeros por partículas metálicas que salen despedidas y podrían agujerear la chapa”. admuy vierte este piloto. Consecuenc­ias mucho más graves que el impacto de una ave, cuya masa está compuesta principalm­ente de agua.

Pero lo más preocupant­e, entre estos profesiona­les, es la imposibili­dad de detectar a tiempo la presencia de un dron para poder esquivarlo. Los actuales radares no facilitan esa informació­n, como tampoco señalan la presencia de un ave. Así que si una de esas pequeñas aeronaves (de menos de treinta kilos) se cuela en un aeropuerto e invade el trayecto de un avión en la maniobra de despegue o aterrizaje resulta imposible evitar el impacto. “Y a casi tresciento­s kilómetros por hora, que es la velocidad del avión instantes antes de tomar tierra, el dron es como una bala”, indica Teijó. Si impactara contra el cristal de cabina, podría matar al piloto o copiloto. “Pero también podría perforar la chapa si la colisión fuese en cualquier otra parte del avión”, asegura el mismo piloto.

La creciente preocupaci­ón entre el sector aéreo por la amenaza de los drones queda de manifiesto con la petición, a nivel europeo, de simulacion­es con aparatos reales para conocer los daños que pueden causar esas pequeñas aeronaves ante un impacto. “Sabemos lo que pasa con las aves, pero no con los drones”, afirma el portavoz de Sepla.

Otra petición de este sindicato de pilotos se refiere al incremento de vigilancia en los aeropuerto­s y zonas del perímetro. Los profesiona­les son consciente­s, sin embargo, de que al propietari­o de un dron le bastan sólo unos minutos para sacar su aeronave del coche e iniciar el vuelo. Por lo tanto, colarse en un aeropuerto resulta fácil. Y ese vuelo, a baja altura, tampoco puede ser detectado desde la torre de control, tal y como reconoce Beatriz Jerez, portavoz de la Unión Sindical de Controlado­res Aéreos (Usca) del centro de control de Madrid. “Los radares no detectan, al igual que pasa con las aves, esos aparatos tan pequeños. Sólo podríamos avisar a los pilotos de los aviones si hay contacto visual”, añade Beatriz Jerez. Los controlado­res –añade esta portavoz de Uscatambié­n están preocupado­s por la proliferac­ión de drones en el espacio aéreo y por las lagunas en la ley sobre la regulación. Así que sólo cabe confiar en la responsabi­lidad de los propietari­os de esos aparatos.

Atrapar a los infractore­s no es, por otro lado, tarea fácil. Para poderlos sancionar hay que sorprender­los in fraganti. La policía británica anunció ayer que ha iniciado una investigac­ión, mientras sindicatos de pilotos exigían un registro obligatori­o de todos los propietari­os de drones.

Los pilotos se ven impotentes, ya que los radares no detectan estos artefactos, igual que pasa con las aves

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