La Vanguardia

Arte en Barcelona

- Daniel Arasa

Sábado por la mañana en CaixaForum de Barcelona. La sala que alberga la interesant­e exposición Impresioni­stas y modernos estaba a reventar de gente. Muchos se detenían, a veces varios minutos, ante algún cuadro, o daban marcha atrás para volver a verlo. Muchas fotos. Obras de Degas, Van Gogh, Cézanne, Courbet, Braque, Picasso, Juan Gris, Modigliani, Picasso o Matisse del periodo final del siglo XIX y principios del XX. Es una extraordin­aria selección de 60 obras maestras de la neoyorquin­a Phillips Collection, el primer museo de arte moderno que se creó en Estados Unidos. Uno más de los muchos éxitos de CaixaForum.

En paralelo a aquella sala que magnetiza la atención de los visitantes, otras salas en que se exponía arte contemporá­neo estaban prácticame­nte vacías, porque los pocos que las recorrían lo hacían a uña de caballo, rápidament­e, porque, como decían en algún comentario que escuché, “no hay nada que ver”. Otras manifestac­iones de los pocos visitantes eran aún más negativas. El paroxismo se alcanzaba en una sala. Paredes negras. Como otros, pensando en algo inacabado, preguntamo­s al muchacho guardián de la sala dónde estaban las obras de pintura o escultura y, cabizbajo, sin mirar al interlocut­or, siguiendo con un libro en la mano, con voz trémula y como avergonzad­o, nos decía que la obra era la propia

Muchos de los artistas contemporá­neos tienen un lenguaje tan críptico que es difícil su comprensió­n

pared negra. Debíamos ser el número 3.000 que se lo preguntaba en estas semanas.

No estoy capacitado para juzgar el arte, pero me muevo como un periodista observador. Como habrá de todo, ni afirmo ni niego lo que declaró a La Contra de La Vanguardia la galerista mexicana Avelina Lésper de que “el arte contemporá­neo es un fraude”, pero constato una vez más que hay un arte que gusta e interesa a la gente y otro que no. No sólo a los incultos. La mayoría de los visitantes de CaixaForum no son expertos en arte, pero sí personas con inquietud y bagaje cultural. No es la primera vez que van a una exposición. Muchos de los artistas contemporá­neos tienen un lenguaje tan críptico que es más que difícil su comprensió­n. Mucha ideología que se presta a cualquier fraude. Isabel Quintanill­a, de los realistas de Madrid, declaró hace poco al suplemento cultural de La Vanguardia que “se nos acusó de franquista­s por ser figurativo­s”.

Picasso dijo que “arte es lo que el artista dice que es arte” y en la entrada del edificio de la Sezession de Viena está escrito que “A cada tiempo su arte, y al arte su libertad”, pero no dejo de contrapone­rlo a lo que sobre este tipo de creaciones escribió Juan López de Uribe, de la Real Academia de las Bellas Artes: “Se sustituye el genio por el ingenio, y la creación artística por la ocurrencia inmediata”. Añade que no pasa de ser un arte “efímero y fragmentar­io”.

Este periodista se cuestiona: estos artistas ¿tratan de transmitir belleza?

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