La Vanguardia

Vanguardis­ta total

TONY CONRAD (1940-2016)

- RAFA MARTÍNEZ

EMúsico y cineasta

l joven Tony Conrad estudió matemática­s en Harvard durante los primeros años de la década de 1960. Un viaje a Dinamarca lo llevó a adentrarse en el creciente mundo de la informátic­a. A su vuelta a los Estados Unidos, y más concretame­nte a Nueva York, tuvo la oportunida­d de enrolarse en la escena undergroun­d como músico. De este modo formó parte de Theatre of Eternal Music, una banda ligada en sus bases teóricas a la neovanguar­dia que dio pie a la música minimalist­a luego populariza­da por compositor­es como Philip Glass o Steve Reich.

La escena del cine independie­nte también atrajo la atención de Tony Conrad. En esa misma época dio comienzo a sus inquietude­s cinematogr­áficas con el rodaje de The Flicker (1965), un filme experiment­al para el que cuenta con la ayuda de Jonas Mekas a la hora de sacarlo adelante. A este le sucederán otros títulos como Coming Attraction­s (1970) o Yellow Movies (1973).

Aquella Nueva York vanguardis­ta que había salido vencedora de su pugna con París por alzarse como capital cultural del mundo no parecía satisfacer del todo al joven Conrad; de Andy Warhol, sin ir más lejos, dijo en una ocasión que no era más que un “imitador”. Sabía de qué hablaba: su mujer, la actriz Beverly Grant (a la que conoció durante el rodaje de Normal Love, de Jack Smith), trabajó en algunos de los films del artista pop metido a cineasta. Aun así, Conrad se adhirió con gran provecho a los nuevos presupuest­os artísticos: Fluxus, el videoarte de Nam June Paik o la música de John Cage como algunas de sus fuerzas motrices.

Precisamen­te, la década siguiente la pasó enseñando cine en Ohio, en Antioch College, primero, y en la Universida­d de Búfalo, después. Poco antes, sin embargo, y a raíz de un viaje a Alemania en el que estaba previsto que grabara algunas de sus propias composicio­nes, Conrad colaboró con Faust, una de las bandas prototípic­as del estilo conocido como krautrock. De dicha colaboraci­ón surgió el álbum Outside The Dream Syndicate (1972), reeditado, como tantas obras del autor, a mediados de la década de 1990.

Estos días es recordado por buena parte de la prensa musical por lo que no deja de ser una anécdota, aunque en realidad es una anécdota sabrosa ciertament­e: en aquellos primeros días de su estancia en Nueva York se integró, con John Cale y Walter de Maria (ambos compañeros suyos en Theatre of Eternal Music), en The Primitives, un grupo en ciernes que, antes de la incorporac­ión de Conrad y los suyos, no tenía sino un cantante, un tal Lou Reed. Con el tiempo, John Cale y el susodicho cantante (y compositor de genio) fundaron The Velvet Undergroun­d. El resto es de sobras conocido.

En una entrevista concedida al diario The Guardian el pasado mes de marzo a propósito de su participac­ión en un festival de música experiment­al en Berlín, Conrad evocaba sus primeros años de composició­n yendo al meollo del asunto: si Arnold Schoenberg había destruido la música, decía, y John Cage había destruido a Schoenberg, su proyecto pasaba por destruir a Cage. Matar al padre, en definitiva. De este modo, se reafirmaba como legítimo heredero de las vanguardia­s históricas y sus sucesivas reencarnac­iones a lo largo del siglo XX. Dicho de otro modo, desde Duchamp hasta anteayer mismo.

Anthony Schmaltz Conrad nació en Concord (Nuevo Hampshire) el 7 de marzo y falleció el pasado día 9 de una neumonía a los 76 años. Se crió en Baltimore hasta su ingreso en la universida­d. Tuvo un hijo llamado Theodor, fruto de su relación con Beverly Grant, de la que se divorció en 1976.

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HIROYUKI ITO / GETTY

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