Cuando todo es más simple
Los medios de comunicación han incorporado la figura del analista en pleno periodo de transformación digital. Son los que desmenuzan los múltiples datos que llegan y sacan conclusiones. El mejor analista de los diarios, cuando eran sólo papel, era la nariz. No tenía tantos datos, pero sí mucha intuición. No había algoritmos y era necesario pisar la calle, ir a los sitios y charlar con la gente. Hoy, prácticamente, se puede hacer todo desde un móvil, resguardando las piernas y la garganta.
Últimamente al Barça le han salido analistas de debajo de los ratones de los ordenadores. Algunos son lúcidos, otros interesados, bastantes apocalípticos y varios delirantes. La mala racha del FC Barcelona se ha interpretado desde la huella más profunda de los tiempos, al gesto más nimio entre dos futbolistas. Con tal orgía de análisis es muy difícil que triunfe una teoría simple. Eso es desechado rápidamente porque alimenta poca polémica. A veces, sin embargo, es la realidad.
El Barça no tiene un problema de modelo. Sigue jugando a lo mismo que el año pasado, aunque los rivales le han tomado un poco el pulso, lógicamente. Los futbolistas tienen buenos y malos momentos a lo largo de toda la temporada. Ahora hay un bajón. Llega en el peor momento, pero es superable. Todos los equipos tienen un bache a lo largo de todas las campañas. Físicamente el equipo acaba más entero que sus rivales los partidos, apretando en las segundas partes, entre otras cosas porque va detrás en el marcador. Frente al Valencia, los jugadores del FC Barcelona lanzaron 22 disparos, por 7 de los adversarios. Lo normal es que el Barça
El Barça debe volver a ser feliz para hacer feliz a la gente; el fútbol y la propia vida es un estado de ánimo
hubiera goleado. Así, la pregunta se va repitiendo mientras aparecen cada vez más respuestas: ¿qué le pasa al Barça?
La solución es simple y, por lo tanto, bastante increíble: la pelota no entra. Antes sí entraba. El número de ocasiones de gol no ha bajado, el GPS de los jugadores indica que están bien, no hay cambios bruscos de sistema, pero falta esa precisión de cirujano que hizo de este equipo el mejor del mundo. Y más alegría. En el Barça hay una cierta propensión a deprimirse al primer empate. Si hay tres derrotas seguidas es terrible.
Siempre se ha dicho que el fútbol es un estado de ánimo. Como el deporte. Como la vida. El Madrid estaba deprimido y anda eufórico, el Barça se había venido arriba y ahora está bajo. Los jugadores han de volver a ser felices para hacer felices a los aficionados que, de forma masiva y entusiasta, los acompañaron en la última derrota. Los futbolistas tenían crédito y siguen teniéndolo, pero también están en deuda con la gente.