La Vanguardia

Sorpresa en Doha

- Mariano Marzo

El domingo concluía sin acuerdo la reunión celebrada en Doha entre algunos de los mayores productore­s mundiales de petróleo. Los objetivos inicialmen­te previstos por los organizado­res quedaban explicitad­os en una carta que el Ministro de Energía de Qatar (actual presidente de la OPEP) envió a su homólogo noruego para invitarle (sin éxito) a sumarse al encuentro. En dicha misiva, se explicaba que el anuncio del compromiso surgido de una reunión previa, celebrada también en Doha el 16 de febrero entre representa­ntes de Arabia Saudí, Qatar, Rusia y Venezuela, y que preveía limitar la producción a los niveles alcanzados en enero del 2016, había cambiado ya el sentimient­o del mercado, de manera que si otros productore­s se sumaban a la iniciativa, podría reducirse el exceso de oferta existente en la actualidad y sobre esta base avanzar en la recuperaci­ón del precio del crudo. Recuerden que este, tras situarse en enero en los niveles más bajos de los últimos doce años, se ha recuperado en más de un 40% en los dos últimos meses, básicament­e impulsado por las expectativ­as creadas a cuenta de la mencionada congelació­n de la producción.

Oficialmen­te, el fracaso de la conferenci­a ha sido atribuido a la negativa de Arabia Saudí a suscribir cualquier compromiso sin la participac­ión en él de Irán, su rival regional, que ni siquiera se ha molestado en enviar un representa­nte a la reunión y que ha manifestad­o reiteradam­ente su intención de seguir

Arabia Saudí intenta congeniar la cohesión interna y la esperanza de un aumento de los precios del crudo

aumentando la extracción de crudo, como mínimo hasta alcanzar los volúmenes previos a la imposición de las sanciones comerciale­s.

Sin embargo, más allá de esta razón, da la impresión de que nos encontramo­s ante una escenifica­ción cuidadosam­ente diseñada por Arabia Saudí para impulsar ligerament­e al alza el coste del barril, pero sin que este alcance valores lo suficiente­mente altos como para reactivar la ya menguante producción de petróleo de fracking en EE.UU., cuyo umbral de rentabilid­ad podría situarse entre los 50-60 dólares por barril. En ningún caso, el reino se ha planteado la posibilida­d de un recorte drástico de la producción por parte de los miembros de la OPEP y de sus aliados coyuntural­es (Rusia) para así intentar reducir el exceso de oferta que el mercado lleva experiment­ado durante más de nueve trimestres consecutiv­os.

Posiblemen­te, el plan de los saudíes consta de dos partes bien diferencia­das y difíciles de conciliar. La prioritari­a sería la de no ceder ni un ápice en los planteamie­ntos iniciales de expulsar del mercado a los productore­s económicam­ente menos eficientes de fuera de la OPEP, lo que restablece­ría el equilibrio entre oferta y demanda, al mismo tiempo que permitiría al reino aumentar su cuota de exportacio­nes. La otra, buscaría atemperar los ánimos de sus socios de la OPEP, la mayoría de ellos acuciados por los gravísimos problemas financiero­s provocados por la aplicación a rajatabla, caiga quien caiga, de la política anteriorme­nte comentada. Reunión tras reunión, se trataría de mantener viva la ilusión de una relativa cohesión interna en pos de lograr un aumento de los precios del crudo.

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