Sin rastro de ansiedad
Nadal explica que la calma recuperada ha sido la clave de su buen juego en Montecarlo
La distancia que separa el Monte-Carlo Country Club y el Real Club Tenis Barcelona es de casi 700 kilómetros. Una distancia que Rafa Nadal estaba acostumbrado a recorrer, en coche y acompañado de su fiel equipo, tras coronarse como campeón año tras año y con la meta fijada en su club, el RCTB, para poder comenzar a entrenarse y dar lo mejor de sí ante los suyos. Rafa sabe que es muy querido en cada esquina de su club y nunca había tiempo que perder.
Pero los vaivenes del tenis habían llevado al tenista mallorquín a olvidarse, en parte, de esa rutina que ya quisieran muchos tenistas. Desde 2012 no llegaba como campeón a Barcelona. Pero ha vuelto a hacerlo. Un nuevo Masters 1.000 en su bolsillo. Golpes que recuerdan su mejor versión. Y una dosis incalculable de autoestima y confianza tan imprescindible para cualquier tenista como lo es el agua para cualquier pez.
Tras recorrer esa distancia, esta vez al eneacampeón le esperaba una cita con la prensa y con su hipotético rival en la teórica final del domingo, siempre que los pronósticos se cumplan, Kei Nishikori. El escenario, sin polvo de arcilla de por medio, era el parque del Tibidabo. Con una soleada Barcelona a sus pies, los dos máximos favoritos del torneo intercambiaron una minicharla y unas cuantas bolas en una minipista de tenis, además de someterse a las preguntas de los periodistas convocados y a los ‘selfies’ de los fans que no dudaron en llegar hasta una de las cimas de la ciudad para ver muy de cerca a los números cinco y seis del planeta tenístico.
Buena parte de las respuestas que Nadal dio a los informadores tuvieron un denominador común: confianza. La que no ha tenido en determinadas ocasiones en los últimos tiempos. La que ha recuperado en Montecarlo y que desea no dejar escapar. Porque esa calma, esa tranquilidad, esa ausencia de ansiedad, como él mismo explicó, suele traducirse en buen juego. Y esa calidad tenística suele desembocar en victorias. Consecutivas. Las que necesitaba. Las que se merecía.
“Cuando uno gana es más fácil seguir ganando, cuando uno pierde es más fácil seguir perdiendo, son inercias. He conseguido un título muy importante para mí y eso me da confianza para seguir adelante. Ojalá que en Barcelona pueda seguir jugando a muy buen nivel”, explicó el todavía número cinco del mundo, que volvió a referirse a esa maldita inquietud que tantas veces le ha agarrotado sus brazos cuando tocaba soltarlos y dominar a sus rivales: “Cuando uno tiene ansiedad la respiración se dispara y no tienes control de uno mismo. Pero esta vez ha sido una semana muy buena y he conseguido hacer un plus y darle una revolución más al partido, que es importante de cara a la confianza. Se trata de hacer lo que toca en cada momento y por fin la toma de decisiones ha sido la correcta”.
Perder en su debut en Australia le hizo mucho daño, como él mismo ha analizado en numerosas ocasiones. En Buenos Aires y en Río de Janeiro sufrió condiciones muy extremas, igual que en Miami. Jugó bien en Indian Wells. Pero la victoria, el sol y su mejor sonrisa han llegado a orillas de su Mediterráneo. De nuevo en el podio, Nadal sabe lo que ha funcionado. Ahora se trata de seguir imponiendo el mismo modelo, a pesar de que cambien sus rivales. Precisamente hoy, conocerá al tenista que tendrá al otro lado de la pista en su estreno en el RCTB, que saldrá del duelo fratricida entre Marcel Granollers y Daniel Muñoz de la Nava. “Soy consciente de que el torneo es muy complicado, pero quiero darme oportunidades”, explicó. Su público se las va a conceder. Aunque muchos quisieron enterrarle y jubilarle cuando encadenó más derrotas de lo habitual, él les ha vuelto a demostrar que tiene la misma ambición de siempre. Entrena, se esfuerza y se cuida para lograr las mejores notas a final de curso. De momento, en el primer examen de la gira de tierra europea, ha logrado una matrícula de honor. Ahora, rodeado de los suyos, espera emular dicha calificación. Con nueve títulos en Montecarlo, ahora ansía los nueve entorchados en el Barcelona Open Banc Sabadell. Cuestión de tiempo.