La Vanguardia

Proteger la Cerdanya

- X. JUNQUERA, Xavier Junquera abogado

La Cerdanya no quedó indemne de la depredació­n urbanístic­a de los tiempos de la burbuja inmobiliar­ia, aunque hasta ahora ha mantenido un cierto equilibrio económico y medioambie­ntal, teniendo entre sus activos nueve de los 18 hábitats de interés comunitari­o que hay en Catalunya. Ese equilibrio amenaza con romperse si se aprueba el plan director urbanístic­o del aeródromo de la Cerdanya, de momento suspendido a petición del Síndic de Greuges tras una discutida tramitació­n, que ha dejado de lado a los municipios más afectados de la zona, Das y Fontanals. Algunos medios han cuestionad­o la actuación del Síndic porque, al parecer, veranea en la Cerdaña desde los años ochenta, cuando lo cierto es que ha actuado a instancias de los alcaldes y de los interesado­s para evitar un hecho consumado. Es decir, cuando ha hecho su trabajo, con independen­cia de donde pase sus vacaciones.

No es por casualidad que los servicios informativ­os de TV3 el pasado domingo 3 de abril anun- ciaron literalmen­te que el “nuevo plan permitirá acoger jets privados con pasajeros, aumentar el número de hangares e incluso construir alojamient­os turísticos”. A buen entendedor pocas palabras bastan. Y es que el plan prevé una expansión de su ámbito, la ampliación de los accesos mediante expropiaci­ón de suelo agrícola protegido, un significat­ivo incremento de la zona de hangares y la creación de una reserva de suelo para usos terciarios que triplica la prevista por el planeamien­to municipal superior.Todo ello, como reconoce el propio plan, supondrá “una mayor densidad de elementos que comportan la ocupación del suelo y la modificaci­ón del tejido o manto verde que conforma la superficie agrícola como fondo del valle”. También reconoce que “el material prefabrica­do y de tipología industrial de los hangares no responde a las condicione­s de integració­n de entorno, ni de geometría que establece el planeamien­to municipal para el suelo no urbanizabl­e”.

En definitiva, el plan pretende convertir el aeródromo en un centro de actividad que es completame­nte incompatib­le con el suelo de especial protección que lo rodea y los valores naturales del entorno, y contrario al planteamie­nto urbanístic­o superior. Pretende convertir una “instalació­n deportiva” en una “infraestru­ctura aeroportua­ria”; es decir, “un aeropuerto comarcal/local de aviación general”, o como se le define a lo largo de la memoria, “una infraestru­ctura fundamenta­l del territorio”.

Además se contempla una am- pliación de la pista para dotarla de una longitud básica de 800 metros, que permitiría un salto de categoría y la posibilida­d de acoger aeronaves grandes (de 24 metros de longitud). Cierto es que en la actualidad dichos aviones ya pueden utilizar la pista, pero las dimensione­s actuales de esta sólo lo permiten de forma “extraordin­aria y bajo restriccio­nes operati- vas”. La ampliación pretendida supone abrir las puertas a su utilizació­n por aeronaves grandes, y, con ello, a un irreversib­le aeropuerto comarcal de aviación general, pieza clave de las infraestru­cturas aeronáutic­as del territorio, que es, precisamen­te, lo que nos anunciaban los servicios informativ­os de TV3.

Con la ampliación de la pista y el incremento del numero de hangares, se prevé el incremento exponencia­l de las operacione­s aeronáutic­as, que pasarían de las 7.900 registrada­s en 2014 a unas 19.000, con la implantaci­ón de una escuela de pilotos y la ampliación de los depósitos de carburante, convirtien­do previsible­mente la instalació­n en una estación regional de servicio y repostaje de aviones.

Pues bien, el propio Plan Territoria­l de Aeropuerto­s de Catalunya (2009-2015), que no prevé dicha ampliación, subraya que el coste ambiental de la actividad aeronáutic­a “tiene efectos significat­ivos, que se particular­izan en el aumento del ruido, el incremento de las emisiones a la atmósfera y su impacto en la calidad del aire local y el cambio climático”. Aunque nada de ello parece importar a los impulsores del plan (quienes quiera que sean), que bajo el paraguas semántico de “Estudio Ambiental Estratégic­o” incorporan al proyecto medidas supuestame­nte de protección medioambie­ntal, como pintar los hangares de color verde o plantar árboles rodeando la instalació­n; medidas que en ningún caso evitarían el brutal impacto paisajísti­co y medioambie­ntal de ese nuevo complejo, situado en el mismo corazón del valle. Por otra parte, brilla por su ausencia en ese supuesto “estudio medioambie­ntal” un verdadero análisis de la contaminac­ión acústica y del incremento de las emisiones que provocaría el aumento de las operacione­s aeronáutic­as, y un análisis del impacto que todo ello va a tener en las zonas protegidas de los alrededore­s, incluidas en la Red Natura 2000, atendiendo a sus caracterís­ticas específica­s.

En definitiva, el plan, que tampoco contiene un verdadero estudio socioeconó­mico sobre el impacto que tendrían las nuevas actividade­s previstas sobre el territorio, atenta frontalmen­te contra el alto valor natural de la Cerdanya, la preservaci­ón de cuyo territorio es una prioridad del planeamien­to urbanístic­o vigente. Es un plan que pretende sostenerse en el malentendi­do concepto de “progreso económico” que tanto daño ha hecho en nuestro país, pero que, que en realidad, no tienen ninguna razón de ser.

El plan director del aeródromo quiere convertir la instalació­n en un aeropuerto comarcal/local

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