Proteger la Cerdanya
La Cerdanya no quedó indemne de la depredación urbanística de los tiempos de la burbuja inmobiliaria, aunque hasta ahora ha mantenido un cierto equilibrio económico y medioambiental, teniendo entre sus activos nueve de los 18 hábitats de interés comunitario que hay en Catalunya. Ese equilibrio amenaza con romperse si se aprueba el plan director urbanístico del aeródromo de la Cerdanya, de momento suspendido a petición del Síndic de Greuges tras una discutida tramitación, que ha dejado de lado a los municipios más afectados de la zona, Das y Fontanals. Algunos medios han cuestionado la actuación del Síndic porque, al parecer, veranea en la Cerdaña desde los años ochenta, cuando lo cierto es que ha actuado a instancias de los alcaldes y de los interesados para evitar un hecho consumado. Es decir, cuando ha hecho su trabajo, con independencia de donde pase sus vacaciones.
No es por casualidad que los servicios informativos de TV3 el pasado domingo 3 de abril anun- ciaron literalmente que el “nuevo plan permitirá acoger jets privados con pasajeros, aumentar el número de hangares e incluso construir alojamientos turísticos”. A buen entendedor pocas palabras bastan. Y es que el plan prevé una expansión de su ámbito, la ampliación de los accesos mediante expropiación de suelo agrícola protegido, un significativo incremento de la zona de hangares y la creación de una reserva de suelo para usos terciarios que triplica la prevista por el planeamiento municipal superior.Todo ello, como reconoce el propio plan, supondrá “una mayor densidad de elementos que comportan la ocupación del suelo y la modificación del tejido o manto verde que conforma la superficie agrícola como fondo del valle”. También reconoce que “el material prefabricado y de tipología industrial de los hangares no responde a las condiciones de integración de entorno, ni de geometría que establece el planeamiento municipal para el suelo no urbanizable”.
En definitiva, el plan pretende convertir el aeródromo en un centro de actividad que es completamente incompatible con el suelo de especial protección que lo rodea y los valores naturales del entorno, y contrario al planteamiento urbanístico superior. Pretende convertir una “instalación deportiva” en una “infraestructura aeroportuaria”; es decir, “un aeropuerto comarcal/local de aviación general”, o como se le define a lo largo de la memoria, “una infraestructura fundamental del territorio”.
Además se contempla una am- pliación de la pista para dotarla de una longitud básica de 800 metros, que permitiría un salto de categoría y la posibilidad de acoger aeronaves grandes (de 24 metros de longitud). Cierto es que en la actualidad dichos aviones ya pueden utilizar la pista, pero las dimensiones actuales de esta sólo lo permiten de forma “extraordinaria y bajo restricciones operati- vas”. La ampliación pretendida supone abrir las puertas a su utilización por aeronaves grandes, y, con ello, a un irreversible aeropuerto comarcal de aviación general, pieza clave de las infraestructuras aeronáuticas del territorio, que es, precisamente, lo que nos anunciaban los servicios informativos de TV3.
Con la ampliación de la pista y el incremento del numero de hangares, se prevé el incremento exponencial de las operaciones aeronáuticas, que pasarían de las 7.900 registradas en 2014 a unas 19.000, con la implantación de una escuela de pilotos y la ampliación de los depósitos de carburante, convirtiendo previsiblemente la instalación en una estación regional de servicio y repostaje de aviones.
Pues bien, el propio Plan Territorial de Aeropuertos de Catalunya (2009-2015), que no prevé dicha ampliación, subraya que el coste ambiental de la actividad aeronáutica “tiene efectos significativos, que se particularizan en el aumento del ruido, el incremento de las emisiones a la atmósfera y su impacto en la calidad del aire local y el cambio climático”. Aunque nada de ello parece importar a los impulsores del plan (quienes quiera que sean), que bajo el paraguas semántico de “Estudio Ambiental Estratégico” incorporan al proyecto medidas supuestamente de protección medioambiental, como pintar los hangares de color verde o plantar árboles rodeando la instalación; medidas que en ningún caso evitarían el brutal impacto paisajístico y medioambiental de ese nuevo complejo, situado en el mismo corazón del valle. Por otra parte, brilla por su ausencia en ese supuesto “estudio medioambiental” un verdadero análisis de la contaminación acústica y del incremento de las emisiones que provocaría el aumento de las operaciones aeronáuticas, y un análisis del impacto que todo ello va a tener en las zonas protegidas de los alrededores, incluidas en la Red Natura 2000, atendiendo a sus características específicas.
En definitiva, el plan, que tampoco contiene un verdadero estudio socioeconómico sobre el impacto que tendrían las nuevas actividades previstas sobre el territorio, atenta frontalmente contra el alto valor natural de la Cerdanya, la preservación de cuyo territorio es una prioridad del planeamiento urbanístico vigente. Es un plan que pretende sostenerse en el malentendido concepto de “progreso económico” que tanto daño ha hecho en nuestro país, pero que, que en realidad, no tienen ninguna razón de ser.
El plan director del aeródromo quiere convertir la instalación en un aeropuerto comarcal/local