La fábrica de artistas
El Centre d’Art Contemporani de Barcelona arranca temporada hoy en Fabra i Coats para conectar los procesos colectivos con el arte
Fabra i Coats, el Centre d’Art Contemporani de Barcelona, inaugura temporada hoy, a las seis de la tarde, con un pasacalle en el que participará el Gegant Menhir –un proyecto de Lola Lasurt, paradigmático de la nueva etapa–, junto a los grupos de las escuelas Can Fabra, Ignasi Iglésias, Eulàlia Bota, Turó Blau y Mestre Gisbert. Una hora después, la improvisación musical de Mau Boada será el preámbulo para abrir la exposición Cohabitar entre-, con un programa dividido en cuatro ámbitos que tiene como principal objetivo conectar procesos colectivos y prácticas artísticas.
Durante la rueda de prensa de ayer, la palabra que más sonó fue la de mediación. La comisionada de Cultura del Ayuntamiento, Berta Sureda, puso el acento en la forma de gestión colegiada (formada por entidades como Idensitat, LaFundició, Sinapsis y Transductores) en un centro que “potenciará la conexión con el territorio y, a la vez, con lo internacional”. Cohabitar entre- recorre las tres plantas del emblemático edificio a través de cuatro propuestas: Antena, Teler, Desbordar la cultura y En transició.
Francisco Rubio, de LaFundició, precisamente reconocía la condición “transitoria” del proyecto. Y es que se trata de una primera fase que concluirá en septiembre, cuando se tiene previsto que la remodelación de la Fabra i Coats sea total. Rubio insistía en que “la idea de arte como actividad autónoma respecto a la sociedad y lo cotidiano está superada”. Por eso, reivindica esta nueva vida de la antigua fábrica como una oportunidad para experimentar y “estar abiertos a lo inesperado”. En la misma línea, considera que la mediación “no puede ser un añadido a un centro cultural, sino que ha de ser algo que atraviese todo su funcionamiento”.
Ramon Parramon, de Idensitat, recordaba que ha sido la propia ciudadanía la que ha abierto “una transición” en las instituciones. Su comisariado, pues, consiste en “ensayar desde la independencia nuevos modelos” y, a la vez, ponerlos en diálogo con otros espacios ya “conquistados”.
La planta cero, así, es una suerte de ágora. El público entra, puede sentarse en una de grada de madera, o incluso editar y seleccionar las imágenes que se retrasmiten en streaming desde la web del centro. La idea es que cada espectador es, también, autor, y elige cómo debe ser representado. Decíamos que el Gegant Menhir es paradigmático de la nueva etapa porque es pieza expuesta y, al mismo tiempo, puede ser habitada por los ciudadanos que soliciten sacarla por el barrio. La promesa de sortear las paredes del museo se hace, así, tangible. “Son dispositivos de intermediación entre el dentro y el afuera”, nos dicen.
Los colectivos que participan en la dirección del centro, tanto artística como técnica, insisten en la necesidad de que los proyectos de imbricación con el contexto social han de realizarse a largo plazo. Eso es lo que intentarán en el Teler. Hay, en sus propias palabras, un deseo de “prototipar” un modelo de trabajo diferente, desde la defensa del servicio público que ha de perseguir un centro como el Fabra i Coats.
También quieren demostrar que no estamos únicamente ante una hipótesis o una tendencia. Miran hacia la herencia de los ateneos populares y libertarios de Barcelona. Y dedican la planta uno, en Desbordar la cultura, a proyectos que plasman esa voluntad de investigación y práctica concreta. Es el caso de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia que, con el proyecto Territorio Archivo, lleva desde el 2011 recuperando la memoria de poblaciones con apenas habitantes. O, además de entidades de Londres o Madrid, la Fundación Museos Quito-Mediación Comunitaria que lucha para que el viejo Mercado de San Roque de la capital ecuatoriana vuelva a servir de punto de encuentro donde intercambiar conocimientos.
La ciudad es una obra en sí misma. En la planta dos, bajo el paraguas de En transició, somos testigos de algunos espacios abandonados que los vecinos han convertido en zonas de experimentación creativa. No se pierdan, por ejemplo, Espai Germanetes o El Solar de la Puri. Donde quedaron los matojos de la especulación, ha crecido la experiencia de vivir en comunidad. Frente al muro de hormigón, se proyecta una película en Super-8. La pregunta sigue siendo cómo ha de aparecer la institución en los títulos de crédito.
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TODOS SOMOS AUTORES La planta cero es un ágora donde el público puede incluso editar las imágenes
MUTACIONES Lugares abandonados son convertidos en arte por los vecinos, como en El Solar de la Puri