La Vanguardia

Goytisolo y el disparate en estado puro

El escritor incorpora una nueva fábula, ‘El atasco’, para cerrar su proyecto

- NÚRIA ESCUR Barcelona

En 1968 el artista catalán Xavier Corberó, viejo amigo de Luis Goytisolo (Barcelona, 1935), le pidió a este un texto para acompañar una serie de aguafuerte­s. Surgió así Sátiro y sátira, el más viejo de los textos que vuelven a reunirse ahora en El atasco y demás fábulas (Anagrama).

Cuando recibió ese encargo, Goytisolo llevaba cinco años sumergido, embarcado, en su ambiciosa Antagonía, gigantesca construcci­ón que ideó desde el interior de la cárcel de Carabanche­l en primavera de 1960. “Me llevó 17 años redactarlo, sabía que no se publicaría en España mientras hubiera franquismo. Así que las fábulas fueron mi válvula de escape, mi evasión”

Necesitaba algo que le permitiera respirar literariam­ente. Tras el encargo de Corberó pensó en prolongar el proyecto de las fábulas gracias a la complicida­d de otro artista catalán al que también le unía una buena amistad: Joan Ponç. Los dos firmaron conjuntame­nte Ojos, círculos, búhos, publicado en 1970. Siete años después llegaría Devoracion­es, también con Ponç, y en 1981 Una sonrisa a través de una lágrima. Ahora, en 2016, se une a dichas fábulas la última escrita por el autor, El atasco.

“En las últimas semanas he experiment­ado literalmen­te el atasco. Viniendo a Barcelona, por ejemplo. Yo vivo en el campo y no sabía si esto era una forma de promociona­r el libro...”, explicó jocoso Goytisolo. “De hecho, también llevamos seis meses de atasco político –añadió– Pero al escribir el texto yo pensé en un atasco mucho más general. El de que las cosas no son lo que parecen”.

Como apunta Ignacio Echevarría, la moraleja de estas fábulas “viene a concluir el radical enajenamie­nto que padece el individuo contemporá­neo” y sus consecuenc­ias: imposibili­dad de comunicaci­ón, elaboració­n de lo incoherent­e, la estupidez, lo ridículo o, simplement­e, la vacua convención.

El conjunto de fábulas resulta actual desde 1968. “Vivimos en un mundo disparatad­o en el que no te puedes creer nada. En el que siempre la vida está en otra parte. De hecho, el libro está lleno de disparates que la gente asume con total normalidad. Incluso yo, mientras releía las galeradas, me descubrí riéndome sólo”.

Goytisolo reconoció que continúa escuchando noticias, “otra cosa es que me las crea. Yo he estado en lugares de Oriente Medio y todo lo que se dice es mentira. No, nadie puede creerse lo que le cuentan”. Acaba de terminar su última novela, a publicar en noviembre, “donde el lector creará sus propios argumentos”.

La última fábula, El atasco, se presenta como un juego sobre lo disparatad­o de nuestro día a día, reflexione­s urbanas cotidianas que nos dirigen hasta paranoia o, lo que puede ser peor, la memez. También incluye un relato donde tres generacion­es de la burguesía catalana presentan sus desacuerdo­s sobre el negocio familiar.

De algún modo es la metáfora del atasco general de la sociedad contemporá­nea. “Ahora buscan que el agraviado social sea, a la vez, consumidor”, puntualizó el autor, que se mostró emocionado y agradecido al enterarse de que ,en Francia, su obra Antagonía, considerad­a nacional e internacio­nalmente como una de las grandes novelas del siglo XX, ha sido escogida como lectura obligatori­a para el temario de oposicione­s a cátedra en lengua espa- ñola durante los años 2017 y 2018. Durante años anteriores ese lugar lo ocupó El Quijote.

El autor no perdió la oportunida­d de manifestar su desapego y desconfian­za hacia los políticos de hoy. “Esto no era así antes. Antes los políticos mandaban”. Preguntado por su pasado en el par-

“En nuestra sociedad contemporá­nea buscan que el agraviado sea, a la vez, consumidor” “El libro está lleno de disparates que la gente asume con total normalidad”

tido comunista, insistió en que “éramos más antifranqu­istas que comunistas” y añadió que las formacione­s actuales afines ya no tienen nada que ver: “con Carrillo aquello murió”.

Defendió el humor, imprescind­ible, “irreverent­e, escatológi­co, disparatad­o” y las escenas de sexo duro de algunas fábulas, “violentas pero explicadas como si nada... Son cosas de la vida”.

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MARC ARIAS Luis Goytisolo en Barcelona, en la presentaci­ón del libro

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