La burguesía barcelonesa del XIX que caricaturizó Josep Parera, en el Marès
Joaquim de Nadal dona al museo la colección de cincuenta caricaturas
Josep Xifré i Casas fue un indiano catalán que hizo una verdadera fortuna en América como negrero y, a su regreso a Catalunya, se reconvirtió en mecenas y filántropo. Casado con una joven heredera de un rico comerciante estadounidense, tuvo un hijo, Josep Xifré i Downing que vivió su juventud como un auténtico rentista, viajando por Europa, entre lujosos hoteles y aristocráticos balnearios, mientras dejaba en manos de administradores la gestión de los negocios. Josep Parera (1828?1902) lo caricaturizó elegante en la ociosidad, lazo al cuello y sombrero de copa, balanceándose en una mecedora, con un pie apoyado indolente en el respaldo de una silla.
El dibujo de Xifré, sutil y deliciosamente sarcástica, forma parte de la colección de caricaturas de la Barcelona ochocentista que Joaquim de Nadal ha donado al Museu Marès. Se trata de un conjunto de 51 retratos humorísticos, todos ellos firmados por Josep Parera, que componen un desenfadado fresco de la burguesía financiera e industrial catalana del siglo XIX: Joan Güell (nariz prominente y manos en los bolsillos, tranquilo y con apariencia de bonachón), Manuel Girona (orgulloso de la Gran Cruz de Isabel la Católica que luce en el pecho), Manuel Vidal-Quadras (con un tupé elevado que le da aspecto de pájaro), Evarist Arnús (pensativo y con ojos saltones, proyectando una sombra en forma de búho), Jeroni Juncadella (orgulloso, con la pechera rebosante de condecoraciones) o Antoni Amatller (como un fantasmal Don Juan Tenorio).
Las obras podrán verse desde mañana y hasta el 25 de septiembre en el Museu Frederic Marès, que celebra con una exposición, Caricatures de la Barcelona vuitcentista, la incorporación de esta nueva colección que viene a engrosar sus fondos, gracias a la donación de Joaquim de Nadal i Caparà, que fuera concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. El conjunto de caricaturas acuareladas había sido adquirido en 1929, en la Sala Parés, por el cronista de la ciudad Joa- quim de Nadal i Ferrer (18831972). Pagó 2.500 pesetas por el conjunto y, más que un interés artístico, le movía su nostalgia por la Barcelona ochocentista, “una generación de hombres que, aunque era inmediatamente anterior a la Exposición de 1888 y la Agregación de 1897, le conectaban con un momento de la ciudad que admiraba”, según explicó ayer su bis- nieto Jordi de Nadal. Tras la muerte de su primer propietario la colección pasó a manos de su hijo Joaquim, conocido médico internista que la instaló en su consulta de la calle Ganduxer, y más tarde fue heredada por Joaquim de Nadal i Caparà.
Se trata de caricaturas amables, que reflejan las costumbres y las manías de los personajes, pero que renuncian a hacer sangre, a acercarse a la realidad bruta de los personajes, y en este momento tienen la virtud de sacar a la luz a un artista, Josep Parera (1828?-1902), su autor, que había caído en el olvido. Objeto de una biografía por parte del historiador Francesc Fontbona –incluida en el catálogo–, fue un personaje complejo y singular. Un pintor notable pero discreto
Son caricaturas amables, que reflejan las manías y costumbres de los personajes, pero sin llegar a hacer sangre
(suyo es el retrato imaginado de Ramon Muntaner que figura en la Galería de Catalanes Ilustres) que llegó a ejercer como artista de cámara de Isabel II y el Infante Sebastián Gabriel de Borbón. También ejerció de cantante de ópera aficionado, cosechando aplausos en el escenario del Liceu gracias a su vis cómica y a sus dotes para el género buffo. Pero por encima de todo ello fue un dibujante humorístico y caricaturista de talento –firmaba bajo el pseudónimo Cric en El Tiburón–, actividad a la que se dedicó intensamente toda su vida y que –al contrario que su pintura, contenida– le permitió dar rienda suelta a l sarcasmo.