El refugio contra las tormentas del desierto
Màrius Carol DIRECTOR
SE puede convenir que los aforismos son novelas de una sola línea. Georg Christoph Lichtenberg fue un científico alemán que durante su vida fue anotando en sus libretas ideas repentinas, pensamientos agudos y juegos de palabras que no fueron publicados hasta muchos años después de su muerte. En realidad, nunca pensó que serían editados, seguramente porque como astrónomo fue un gran estudioso de las tormentas, así que sabía que algunas de sus ironías podrían desencadenar tempestades. “El americano que descubrió a Colón hizo un pésimo descubrimiento”, escribió bromeando sobre el impacto de la colonización. “He vuelto a comer todo lo que está prohibido y, gracias a Dios, me encuentro tan mal como antes (no peor)”, redactó como dedicatoria a su médico. “La metáfora es mucho más inteligente que su autor”, le dedicó a un amigo con ínfulas literarias. Uno de sus aforismos parece dedicado a Mariano Rajoy: “El mejor refugio contra las tormentas del desierto sigue siendo una tumba”. A menudo, el quietismo resulta una apuesta inteligente. Pero no puede deducirse que sea una receta para todos los males de la política.
Una prueba de ello es el informe del servicio de estudios del BBVA, que considera que la incapacidad de los partidos políticos españoles de alcanzar un acuerdo de gobierno y la consiguiente repetición de las elecciones puede lastrar el crecimiento hasta ocho décimas entre el 2016 y el 2017. La inacción de Rajoy y la incapacidad del resto han sumido a España en la incertidumbre. No es de extrañar que los partidos aparezcan como la tercera preocupación del país, según el CIS. Lichtenberg también escribió este aforismo que le viene bien al momento actual: “Hay gente que cree que todo cuanto se hace poniendo cara seria es razonable”. Es el caso de nuestros líderes, que parecen no haber sacado ninguna conclusión de lo que les dijeron los electores. Están serios, pero no pueden presumir de razonables.