Núria Espert
ACTRIZ Y DIRECTORA DE ESCENA
Núria Espert (80) es la segunda personalidad del mundo del teatro –tras Fernán Gómez hace 21 años– en recibir el premio Princesa de Asturias de las Artes. El jurado alaba su vínculo con la tradición teatral española y su éxito internacional.
Las artimañas de Talía impresionan poco a los jurados de los premios Princesa de Asturias (antes Príncipe). La actriz y directora teatral Núria Espert (l’Hospitalet de Llobregat, 1935) logró ayer el premio Princesa de Asturias de las Artes y sólo es la segunda personalidad del teatro en lograrlo; o la primera, si consideramos que la carrera del mítico Fernando Fernán Gómez (premiado hace 21 años) se desplegó con idéntica intensidad ante las cámaras que sobre las tablas, y con casi la misma fortuna ante las letras.
Quizá alguien se percató del ominoso olvido que el premio de las Artes tenía con las artes escénicas mientras que exhibe una notable devoción por la arquitectura, siete premiados en estos 36 años; el cine, otros siete galardones, y, ojo, la escultura, nada menos que ocho ganadores desde 1981. Incluso la música, culta o popular –por usar la convención clasista–, ha tenido mejor suerte con los premios asturianos que el teatro. Al menos, hasta ayer.
Y tal vez para cubrir esa desmemoria, el premio ha apuntado a lo más alto. No es difícil explicar por qué es Núria Espert la elegida para encarnar al teatro en estos premios pues ella lo ha sido todo, lo ha hecho todo y lo ha ganado todo. En catalán, en castellano, en inglés y hasta en japonés. Ha interpretado y ha dirigido teatro y ópera. Ha estrenado en teatros de todo el planeta, de Tokio a Londres, se ha señoreado con García Lorca por el mundo –ella diría y ha dicho que Federico fue su pasaporte, como mandan la cortesía y el pudor–, y ha traído a España los textos de lo más grande que se movía o mueve por el planeta dramaturgo. De la remota antigüedad clásica al teatro contemporáneo, del pautado teatro oriental al urgente teatro anglosajón. De cuerpo seco como un sarmiento, rostro anguloso y longo, y una voz con reverberación de andrógina caverna ancestral, la inconfundible e intimidante presencia de Núria Espert sobre el escenario siempre ha trabajado en su favor para transmitir, no sólo la consunción cotidiana del hombre y la mujer –que todo lo ha sido–, sino también el poder, la crudeza y el padecer de personajes bigger than life –“más grandes que la vida”, según la convención–, para los que ella siempre admite tirar de imaginación y técnica, tan lejos como están a menudo de la vida de una misma.
El jurado del Princesa de Asturias, presidido por José Lladó, señaló ayer que la Espert “representa la recuperación y la continuidad de la gran tradición del teatro español, tanto en lengua castellana como en lengua catalana, y ha proyectado internacionalmente la literatura y la creación teatral hispana, clásica y contemporánea, a lo largo de una dilatada y rica carrera que la ha conducido al triunfo en escenarios de todo el mundo”.
El jurado destaca su vínculo a la tradición teatral española y su proyección y éxito internacionales