Deuda pública a cincuenta años
EL Tesoro Público sorprendió ayer con una emisión de deuda pública del Reino de España a cincuenta años. El vencimiento establecido ha sido para el 30 de julio de 2066. Aunque la emisión ha sido relativamente reducida, ya que se han colocado 3.000 millones de euros, hay que destacar que inaugura una nueva era en el mercado de la deuda pública española. De entrada abre una vía de financiación a ultralargo plazo en unos momentos en los que España puede beneficiarse de unos tipos de interés históricamente bajos, que han permitido incluso emitir títulos con rentabilidades negativas en el más corto plazo, gracias a la política monetaria del Banco Central Europeo.
La consolidación de este tipo de nuevas emisiones de cara al futuro permitiría al Tesoro alargar la vida media de la cartera de deuda pública en circulación y diversificar la base inversora a precios competitivos. Hay que tener en cuenta que la vida media de la deuda española en circulación era de 6,45 años al cierre del 2015.
La citada emisión de deuda pública a cincuenta años se ha realizado con carácter extraordinario, fuera del calendario inicialmente programado para las emisiones de bonos, obligaciones y letras. La colocación de los bonos se ha hecho de forma sindicada a través de un grupo de seis grandes bancos, entre ellos varios internacionales, que se han encargado de colocar la deuda entre inversores institucionales, como aseguradoras, fondos de inversión y de pensiones que necesitan diversificar sus carteras y contar con activos que mejoren los tipos cero o negativos que pueden obtener hoy en el mercado. El ultralargo plazo tiene la ventaja de ofrecer una mayor rentabilidad por el mayor riesgo que comporta. En este caso ha sido de 2,5 puntos sobre el tipo de referencia, es decir, a un 3,5% aproximadamente, lo que explica que las peticiones de suscripción triplicaran la oferta del Tesoro y llegaran hasta los 10.000 millones de euros. Dada la situación actual del mercado financiero europeo, todo indica que este tipo de emisiones crecerán en el futuro, tanto en los países que ya las tienen como en los nuevos que las incorporarán.
Pese a que se trata de una cantidad relativamente reducida en el marco de las millonarias emisiones de deuda pública españolas, la citada emisión a cincuenta años tiene un gran valor simbólico por lo que supone de señal de confianza del mercado financiero en la estabilidad y el futuro de España, en unos momentos políticamente delicados, en los que vamos a una segundas elecciones en un escenario de gran incertidumbre.