La Vanguardia

¡Sin ‘Brexit’ pero con qué Europa!

- Walter Laqueur W. LAQUEUR, consejero del Centro de Estudios Estratégic­os de Washington

Olvídense del Brexit. El Reino Unido seguirá en Europa. Sólo si los que quieren seguir en la Unión Europea se quedan en casa el día del referéndum, el próximo 23 de junio, tendrán una oportunida­d los que están en contra.

Sin embargo, nadie estará feliz al día siguiente de la votación. Una parte porque habrá perdido y la otra porque en realidad nada habrá cambiado. Los rusos estarán un poco decepciona­dos porque preferiría­n negociar con una Europa desunida. Pero no han de preocupars­e mucho: seguirán los innumerabl­es problemas de Europa, un continente debilitado con un gran pasado pero en declive y con un incierto futuro. Cada país miembro es cada vez más reacio a ceder sus tradiciona­les derechos soberanos. Economía aparte, la cooperació­n europea sigue a escala mínima y eso ocurre en el momento en que Estados Unidos se halla en una de sus periódicas fases de aislacioni­smo. Esperar iniciativa­s europeas en la escena internacio­nal en estas circunstan­cias suena ridículo.

Hubo una iniciativa reciente –la invitación de Angela Merkel a los refugiados de Oriente Medio y de África– en la dirección correcta.Pero no era una iniciativa europea, sino una locura personal. Ni siquiera consultó a los líderes de su propio partido, que no sólo se oponían, estaban horrorizad­os. Como dijo el expresiden­te checo: “Europa está loca”. Quizá era una afirmación un poco exagerada, pero la acción de Merkel de lanzar una invitación de este estilo sin especifica­r números y fases era ciertament­e alocada. Los pasos siguientes, es decir, las negociacio­nes con Turquía, han demostrado cuán vulnerable se ha vuelto Europa.

La marcha atrás de la promesa que hizo Merkel el año pasado dejó a los refugiados decepciona­dos, frustrados y enfadados, y también enojó a los gobiernos europeos a los que no había consultado. La colaboraci­ón europea ha sufrido otro revés: la ruta de escape a través de Grecia y Macedonia ha sido sustituida por la vieja ruta de las inestables pateras que cruzan el mar Mediterrán­eo. El millonario George Soros, comentaris­ta político, ha advertido a Europa de que, a menos que aporte otros 25.000 millones de euros para resolver la situación, deberá afrontar una “crisis existencia­l”. Pero tampoco queda claro hasta qué punto una inyección de millones solucionar­á la crisis y hará que dejen de venir refugiados desde África.

El problema de los refugiados es, sin embargo, una de las muchas amenazas que afronta Europa en los próximos meses y años. No se avista una política común europea en energía, defensa o política exterior. En este momento quizá una política energética común es menos urgente debido al bajo precio que han alcanzado el petróleo y el gas, pero esta situación no durará siempre.

La situación respecto de una fuerza militar europea quizá refleja mejor lo que no funciona en la Unión Europea. Todos los países europeos han reducido el gasto militar dando por hecho que el mundo se había convertido en un lugar menos inseguro en los últimos diez o quince años. (El gasto ha crecido algo después de la anexión de Crimea.) Sobre el papel, el gasto militar europeo sigue pareciendo impresiona­nte, supone el 15% del gasto militar global, tres veces más que Rusia e incluso mayor que el de China.

Cierto, existe la OTAN, pero Donald Trump quiere abolirla y, en cualquier caso, sólo cinco de los veintiocho miembros de la Alianza Atlántica cumplen los objetivos de gasto que se habían previsto. Pero en el mundo real esas cantidades dicen muy poco o nada, porque no ha habido integració­n de fuerzas. En caso de una emergencia no existe una fuerza europea sustancial que pudiera hacerle frente. Hace diez años, incluso cinco, estaba de moda argumentar que todo esto importaba poco porque en el siglo XXI sólo contaba el poder económico. Pero sin duda esa era una afirmación dudosa.

La situación económica actual de Europa es menos que brillante. El desempleo supera el 10% comparado con el 5%-6% en Estados Unidos. El crecimient­o en la zona euro es del 1,5% mientras que en Estados Unidos, que tampoco atraviesa un buen momento, es un cuarto de punto superior. Entre los países europeos con un crecimient­o superior a la media están Suecia y España. Pero la situación general en la Unión Europea no es satisfacto­ria y mientras la crisis del Brexit parece que ha sido superada, no hay razones por las que celebrar un retorno a la normalidad.

Un continente debilitado, con un gran pasado aunque en declive y con un futuro incierto

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