La Vanguardia

La mano en la cartera

- Pilar Rahola

Pueden explicarme bajo qué concepto de progreso es decente que un ciudadano tenga que pagar más de la mitad de su sueldo a la administra­ción pública por tener una buena nómina? No hablamos de fortunas, ni de millonario­s, ni de los grandes defraudado­res que pululan por los Panamás empapelado­s, sino de autónomos exitosos, o directores de empresa, o escritores, o emprendedo­res que han conseguido cierto nivel. A todos ellos, que configuran una clase media con un poco de desahogo, ¿quién es el Estado o la Generalita­t para obligarles a trabajar más de medio año para el erario público? Y antes de que la demagogia inunde los comentario­s de esta página, me vacuno con las previas pertinente­s: por supuesto que las rentas más altas deben pagar más; por supuesto que las rentas más bajas pagan demasiado; por supuesto que hay que arrimar el hombro para ayudar a los sectores desfavorec­idos, y por supuesto que la Generalita­t tiene telarañas en los cajones. Pero con todo sumado, queda mucha resta.

Y a ella voy. Primero, pagar más por tener un sueldo alto no debería significar nunca –y no lo significa casi en ningún lugar– reducir a más de la mitad

¿Quién nos había dicho que los sustitutos del gran Mas-Collell serían los pancartist­as de la CUP?

sus ingresos, obligándol­e a trabajar durante medio año como semiesclav­o de la Agencia Tributaria. El saqueo, vía IRPF, que se hace en este país a los sueldos de quienes tienen nómina llega a la categoría de expolio. De ahí que plantear un aumento de contribuci­ón es un abuso añadido, con doble consecuenc­ia: primero, envía el mensaje de que los políticos tienen una tendencia obsesiva a meter la mano en los sueldos, es decir, en las personas fácilmente controlada­s por el sistema, mientras que permiten que las grandes fortunas se vayan de rositas; segundo, avisa a los ciudadanos de que en Catalunya está prohibido ganarse bien la vida, y que todos pobres o todos ricos, pero bye, bye clase media, como sabemos que está pasando.

Y aterrizand­o en el tema catalán, dos cuestiones también preocupant­es. La primera es que en un país con una fiscalidad tan abusiva es decepciona­nte que la gran idea de la Conselleri­a d’Economia sea aumentar el ahogo y, por el camino, castigar más a Catalunya.

Además, ¿esa es la manera que tiene el procés de hacer un país mejor, asustando a todos los profesiona­les liberales, autónomos, artistas, etcétera? ¡Valiente exitazo! Por otro lado, ¿debemos pagar los catalanes el resultado del conflicto político que nos tiene sin money sonante? Y por bajar al terreno de la pequeña política, ¿quién nos había dicho que los sustitutos del gran Mas-Collell serían los pancartist­as de la CUP?

¿Eso tenemos, estimado Oriol, a Gabriel haciendo los números? Lo pregunto porque prefiero imaginar eso que creer que es el cerebro gris de ERC quien lo ha parido.

Por favor, rebajen un poco la demagogia, no vendan progresism­o de mercadillo y sobre todo dejen de ahogar a la gente que intenta ganarse la vida.

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