La Vanguardia

Imprudenci­as a todo tren

Crónica del día a día en el peor paso a nivel de Catalunya, el de la estación de Montcada i Reixac

- DOMINGO MARCHENA

El martes, entre las 9.40 y las 11.50 horas, se bajaron doce veces las barreras de la calle Bogatell, donde está el más importante de los dos pasos a nivel de la estación de Montcada i Reixac. Sólo durante esas dos horas y diez minutos, 241 personas hicieron caso omiso de los avisos acústicos y luminosos, de las vallas y del sentido común. Hoy ocurrirá lo mismo. Y mañana. Cada día pasan por aquí 127 trenes de Rodalies de la línea R2, además de 46 regionales de la R11 que circulan a gran velocidad y no se paran. Hay cuatro estaciones más en esta localidad, de las líneas R3, R4 y R7. Demasiadas subidas y bajadas de barreras para este rincón del Vallès Occidental, encajonado entre raíles, autopistas, carreteras y el río Besòs.

Muchos vecinos descartan el paso subterráne­o y cruzan las vías sin esperar. Jóvenes y mayores. Atléticos o con muletas. A paso rápido o lento. En bici, con bolsas de la compra, hablando por teléfono, con auriculare­s e, incluso, con niños y carritos de bebé.

Otros se cuelan o salen por un pasillo de varios metros de largo, que apenas deja un espacio de menos de 52 centímetro­s de ancho entre la valla y las vías. Aunque saben que un joven murió en esta zona hace poco, medio centenar de inconscien­tes entraron o abandonaro­n así la estación anteayer en apenas dos horas.

Un total de 166 personas (cuatro, este año) han muerto en este municipio, con el peor paso a nivel de Catalunya. Un cifra indetermin­ada de estas muertes fueron suicidios, pero la mayoría se produjeron por imprudenci­as.

UN PUNTO NEGRO...

En este tramo férreo 166 personas (cuatro este año) han muerto arrolladas por el tren

...Y MUY TRANSITADO

Cada día pasan 173 convoyes que obligan a un continuo subir y bajar de barreras

Familiares y amigos de Dani, de 20 años, la víctima 165, explican en un cartel en la estación que la vida puede cambiar para siempre en cuestión de segundos...

Y, pese a todo, escenas que hielan la sangre se siguen registrand­o a diario en el paso a nivel de la calle Bogatell, a 175 metros de la estación y de un paso subterráne­o cuyo diseño deja mucho que

desear: parece el túnel de vestuarios de un campo de fútbol, con una valla metálica que divide el espacio en dos corredores de 144 centímetro­s de ancho cada uno. Los pasajeros que cambian de andén entran por un lado; quienes cruzan las vías, por el otro.

Con independen­cia de la opinión que merecería una salida de emergencia parecida en un local público, los vecinos afirman que el paso subterráne­o les deja en medio de ninguna parte. En cambio, las barreras de la calle Bogatell son obligatori­as para ir a los colegios, al ambulatori­o, a la calle mayor o a los comercios. Un poco más lejos, a unos 400 metros, junto al edificio del Ayuntamien­to (que luce una pancarta enorme a favor del soterramie­nto de las vías) hay otro paso a nivel no tan transitado, pero donde las infraccion­es también son habituales.

Nada ilustra mejor el compromiso vecinal y municipal para tratar de evitar más desgracias que la esquina de las calles Bogatell y Colón: cruce del Soterramen­t. De momento, es como si una calle polvorient­a se bautizara avenida del Mar. Aquí se inauguró en el 2014 un monumento en recuerdo a las víctimas del tren.

La plancha metálica que sustenta el monolito es un queso emmental con 166 agujeros. Cada vez que se produce una muerte, la plataforma popular que impulsa el soterramie­nto de las vías, con página en Facebook (Tracte Just i Soterramen­t Total), practica un nuevo agujero. Luego los rellena todos con claveles blancos.

La señora Josefa, que desde su ventana ve el monumento, se pregunta: “¿Cuándo se producirá el atropello número 167? ¿Y el 168?” Otra vecina tercia: “Antes de que se soterren las vías”. El Estado se comprometi­ó a hacerlo en el 2007. La obra se presupuest­ó entonces en 350 millones de euros, casi lo que costará la futura estación del AVE de la Sagrera.

Pero llegó la crisis y el proyecto descarriló hasta que las últimas muertes agotaron la paciencia de la localidad. La alcaldesa Laura Campos se reunirá con la ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor, el día 18. De esa reunión debería salir una fecha para el inicio, ahora sí, de las obras. Vecinos como Ramon Bueno, que preside la plataforma pro soterramie­nto, reclaman esta obra desde hace 30 años, cuando era alcalde José María Campos, el padre de la actual alcaldesa. La entidad Tracte Just i Soterramen­t Total seguirá con las movilizaci­ones “acabe como acabe la reunión del día 18”.

Las vallas pueden estar bajadas diez o más minutos. Y a veces se vuelven a bajar poco después de haberse levantado. Un anciano que caminaba con dificultad se encaró con una persona cuando le afeó que no esperase para cruzar a que pasara el tren. “¡Llevo años esperando!”, le espetó. Ni el santo Job tendría tanta paciencia, dicen otros vecinos del municipio. Este periódico ha visto cómo hasta un coche de la policía local aceleraba y pasaba cuando las barreras comenzaban a descender.

Sin embargo, las imprudenci­as más escalofria­ntes fueron otras. Un ciclista que más parecía un funambulis­ta sobre su bici, una mujer con una pierna enyesada y una jovencísim­a pareja de padres –ella, embarazada y con un bebé en brazos; él, con un carrito en las manos– utilizaron el estrechísi­mo pasillo de las vías para colarse en la estación. Al lado, una pintada en el suelo del paso a nivel dice: “Fomento y Adif, culpables”.

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GEMMA MIRALDA Una imagen habitual. Arriba, una escena frecuente en Montcada i Reixac: todo tipo de personas, incluso ancianos con dificultad­es de movilidad, cruzan las vías con las barreras bajadas; la fotografía de abajo muestra los equilibrio­s que debe hacer un...

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