La Vanguardia

Pinacoteca en guerra

- PÉREZ DE ROZAS / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Llama la atención esta noticia del día primero de agosto de 1938: anuncia la inminente apertura de una exposición en la Pinacoteca.

Ya sabemos que ni los cines ni los teatros ni los bailes ni las salas de fiestas cerraron, y en la medida de sus posibilida­des permanecie­ron abiertos pese al estado de guerra; quienes podían permitírse­lo querían concederse alguna que otra diversión, pues nadie sabía si al día siguiente seguiría con vida o en un estado de salud que se lo permitiera. El día a día mandaba de forma imperiosa.

Pero ¿y una sala de arte? Situado el hecho en su contexto, resulta razonable.

Es cierto que la Pinacoteca era una sala muy acreditada de exposicion­es de arte; por si fuera poco, había sido emplazada en la zona más noble del paseo de Gràcia de aquel entonces, en la planta baja del número 34: entre las calles Diputació y Consell de Cent. Había sido inaugurada en 1928. Era una tienda reltivamen­te ancha, con unos escaparate­s muy atractivos. Su considerab­le profundida­d le permitía llegar hasta el centro de la manzana, donde tenía la enorme sala de exposicion­es realzada con una magnífica luz cenital. Es la misma que aportó al autor de la fotografía una generosa y matizada luz natural que ilumina con acierto y profundida­d los rostros de todas las mujeres que se arraciman ante la cámara.

El establecim­iento había sido colectiviz­ado, pero no cerró sus puertas durante toda la guerra incivil. Aquel céntrico y atractivo espacio fue puesto entonces al servicio del combate cultural.

Y así, el domingo 2 de agosto de 1938, a las 11 de la mañana, se procedió a la inauguraci­ón. Era un acto comprometi­do y beligerant­e. La asociación Mujeres Libres, de la CNT/ FAI, presentaba una muestra sobre la aportación de la mujer al esfuerzo bélico por la libertad y la independen­cia, según rezaba el texto oficialist­a.

Consistía en una síntesis plástica que exhibía la labor realizada desde el comienzo de la contienda. Se decía que estaba presentaba con gusto y un acertado sentido de la propaganda popular. No era, pues, una exposición de arte.

Tampoco habría sido insólito, sabidas las exhibicion­es realizadas en aquel entonces por creadores al servicio de la República. El pintor Antoni Clavé me había contado las aportacion­es que en este sentido había realizado. Algunas se habían efectuado en el subsuelo de la plaza de Catalunya.

La inauguraci­ón fue presidido por el ministro de Instrucció­n Pública, el subsecreta­rio de este ministerio, el director general de Primera Enseñanza, el comisario general de Guerra, el secretario general del Comité Nacional de Mujeres Antifascis­tas de España, jefes de los comités locales y regionales de la CNT y de muchos ateneos y sindicatos. Todo esto está muy bien, pero me faltan mujeres, muchas mujeres, pues sólo veo a las de a pie: las de la foto.

La acreditada galería de arte del paseo de Gràcia había sido colectiviz­ada

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Las militantes de Mujeres Libres, en la inauguraci­ón de su exposición en la Pinacoteca

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