Voz de la literatura sueca
LARS GUSTAFSSON (1936-2016) Novelista, editor, traductor y poeta
Le faltaba un mes para cumplir 80 años. “Se crea un gran vacío cuando un gran escritor se va”, ha declarado su editora, Eva Bonnier. A juicio del escritor Anders Olsson, “era de un optimismo enorme, contagioso”.
Era uno de los escritores –y filósofo, pensador– mayores de Suecia. Este año publicó una nueva novela y recibió el premio Thomas Mann en Alemania, donde era influyente y leído. En una ocasión declaró: “Siempre he tenido facilidad para adaptarme a nuevos ambientes. Este año (2015) he pasado un mes en Hollywood, Estados Unidos ha aportado tranquilidad y sosiego a mi vida”. Así se expresaba en una reciente entrevista (Norrköpings Tidningar) en una pequeña habitación en Södermalm (Estocolmo), con estanterías, cama y escritorio, no en Västerås (donde nació), ni en Berlín ni en Texas donde fue profesor casi 25 años.
La oscuridad en otoño envuelve Södermalm pero en su escritorio luce la lámpara Strindberg. Pocos escritores suecos han sido tan prolíficos como él. En el 2015, publicó Las recetas del doctor Wasser y recibió el premio Thomas Mann en Munich. Aunque confesó que siempre había tenido miedo de repetirse, “no quiero que los críticos digan que ya he escrito el mismo libro otra vez, por eso siempre he buscado nuevas direcciones”. Su libro anterior, El hombre de la bicicleta azul, obedeció a un encargo. Su habitación está llena de fotografías de su vida. Su paisaje literario era Västmanland y el doctor Wasser, un médico austriaco, personaje de su novela, trasladó su identidad a otra persona. Un periodista que le entrevistó cinco veces, declaró que cada vez le parecía distinto.
“Nunca me han faltado las ideas”, confesaba Gustafsson. En su suite literaria Grietas en el muro aparece una persona de su mismo nombre a lo largo de cinco libros, desde El señor Gustafsson en persona (1971) hasta Muerte de un apicultor (1978). Lars escribió sobre su infancia, creció en un piso de Västerås, el paisaje que significó más para él (Västmanland) y donde vivió la mayor parte de su vida. También fue poeta (el género que sentía más cercano) y filósofo.
Fue crítico con la socialdemocracia y se fue de profesor a Austin (Texas) de filosofía y cultura germánica. Dirigió la revista literaria Bonniers Litterära Magasin, 1962-1972 (BLM). A los 18 años obtuvo una beca en Oxford y su tesis Lenguaje y mentira (1978). Tres filósofos del lenguaje extremista: Friedrich Nietzsche, Alexander Bryan Johnson, Fritz Mauthner precedió a su estancia en Estados Unidos, a partir de 1983 (más de veinte años) donde enseñó filosofía y estudios germánicos. Era poeta, filósofo, amante del debate, catedrático, traductor, incluso pintor, y ganó el premio Pilot por sus múltiples facetas.
“Si hay algo –dijo– que quede de mí, será la poesía”, aunque los críticos piensan que quedará más. La primera vez, a los 18 años, mandó una antología de 1950 a 1980 a una editorial, que Bonniers rechazó (1982) pero que después aceptó a instancias de lector editorial Per Erik Wahlund para publicar en su colección poética Lilla Lyrikserien. Siguió con Una mañana en Suecia, con elogiosas críticas de Ake Janzon, Olof Lagercrantz y Karl Vennberg, que contribuyeron a dar a conocer esta poesía tan especial que no encajaba en la dominante de los años sesenta representada, entre otros, por Erik Lindegren.
El modernismo sueco tiene sus raíces en el simbolismo (Ekelund), el expresionismo (Lagerkvist, Södergran) y el surrealismo (Lundkvist, Ekelöf, Lindegren). El concretismo, que unos años incluyó a Gustafsson y del que fue ejemplo Tomas Tranströmer, puede considerarse como una protesta contra el psicologismo y la atención centrada en sí mismo.
Y Gustafsson también opinó: “Tú puedes conseguir una idea para una novela de algo insignificante que alguien dice, o simplemente de una cara que ves. Un rabino me dijo en cierta ocasión que cuando Dios habla a Moisés en la zarza, no lo hace con una voz atronadora, sino con una voz muy frágil. Tú tienes que escucharla atentamente. Tienes que ser muy perspicaz”.
El lenguaje de su poesía es parco, de versos compactos. Tiene, también, fantasía. Hay facetas de Ezra Pound en su obra, alusiones a grandes pensadores y filósofos: Goethe, Fichte, Nietzsche, Einstein… aunque hacer alusiones a sus fuentes es problemático. Gustafsson es muy evocador, como en su poema sobre un tiempo en Xanadú, donde no sabemos cuánto tiempo hemos pasado (o perdido) allí ni adónde fuimos después.