La Vanguardia

Kugelhof con tocino

En 1935 la editorial Atena de Marcel·lí Antich introdujo en catalán... ¡el best seller cinematogr­áfico!

- Julià Guillamon

Este país no se acaba nunca. A veces crees que has terminado y entonces aparece y te dice: “¿Qué? ¿Te pensabas que ya no había nada más?” Y te deja sobre la mesa a dos o tres ilustrador­es de los que nadie se acuerda, un escritor que no tenías controlado o una editorial de la que no se habla desde hace lustros. Te situas frente al pequeño país y te quitas el sombrero. Es lo que me ha pasado estos días con la editorial Atena. Nació en 1935, como una escisión de Edicions Proa. Uno de los dos chavales de Badalona que en 1928 montaron Proa –Marcel·lí Antich–, decidió que quería seguir por su cuenta. Creó un nuevo sello con el concurso de Francesc Payarols, que era un buen traductor del alemán, y de Andreu Nin, que estaba al día de literatura rusa porque acababa de regresar de la URSS. Siempre se ha dicho que el motivo de las discrepanc­ias fue político: Antich era más de radical que su socio, Josep Queralt. Pero he estado buscando todos los libros que editó Atena y me he llevado una sorpresa. Porque, sí, publicaron la biografía de Bakunin de Viatxeslav Polonski traducida por Andreu Nin y Josep Ferrer i Guàrdia, Vida, procés i mort de William Archer, traducido por C.A. Jordana. Pero al mismo tiempo introdujer­on en catalán... ¡la novela de best seller!

En 1935 publicaron Manuela: la novel·la del film ‘Noies d’Uniforme’, de Christa Winsloe, con una cubierta fotográfic­a en la que se ve a la actriz Hertha Tiele lloriquean­do. Filmada en 1931, fue la primera peli lésbica de la historia. Espriu le dedicó una parodia sangrante en Miratge a Citerea. También publicaron Hell al llac de les dames de Vicki Baum que en 1934 dio pie a una película de Marc Allégret. La cubierta reproduce una foto del rodaje, con Rosine Derean y Jean Pierre Aumont abrazados en bañador, junto a un lago. Lleva un eslogan que ochenta años después todavía funciona: “Novel·la d’amor, esport i gana”. ¿Hambre? Encuentro un ejemplar del libro y lo devoro.

Es la historia de un monitor de natación en una colonia de veraneo. Ha pasado muchas escaseces y lleva hambre atrasada. Lo que da pie a situacione­s extremas. “Els esperits rebels, els solitaris, els vagabunds, els criminals, els artistes obstinats, els inventors, tots aquests sí que coneixen la veritable fam, la fam monumental de tota l’espècie, aquella que engendra els crims i les grans obres” –traduce eleganteme­nte Payarols–. Le incomoda que Puck, una chica de la colonia, lo vea tan en las últimas. El chaval se pasea por los alrededore­s del lago “amb un eslip que amb prou feines té deu centímetre­s de llargada, res, un veritable triangle” (¡y no con el bañador de tirantes que le colocaron en la película!). Se tomaría un chocolate amargo, café con leche, un pedazo de pastel kugelhof y tocino ahumado. Y, de postre, se merendaría a Puck (piensa el lector, emocionado). En 1935 Aurora Bertrana acababa de publicar una novela titulada La princesa caníbal. “Una novel·la d’amor, esport i gana” hubieran podido anunciar los de El Be Negre. Lo tenían en bandeja. “Estàs content?”, me pregunta el país. Shhhí.

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