Telefónica deberá buscar alternativas tras rechazar la CE la venta de O2
Vestager niega que la decisión tenga que ver con la actual situación británica
La Comisión Europea se interpuso ayer en los planes de Telefónica para salir del mercado británico y obtener ingresos para reducir su deuda neta. La venta de su filial O2 a la compañía Hutchison no podrá seguir adelante. Bruselas vetó ayer la operación, anunciada el año pasado y valorada en 10.250 millones de libras (unos 13.000 millones de euros), alegando que habría limitado la competencia.
Con la salida de Telefónica del mercado de telefonía británico, el número de grandes operadores se habría reducido de cuatro a tres. Aunque en tiempos de Joaquín Almunia como comisario de Competencia Bruselas había aceptado este tipo de cambios, a condición de que cedieran parte de la red a operadores virtuales, el acuerdo no ha sido posible en este caso. “A la Comisión le preocupaba seriamente que los clientes de telefonía móvil del Reino Unido tuvieran menos posibilidades de elección y pagaran precios más altos como resultado de la adquisición y que la operación perjudicara a la innovación en el sector de las comunicaciones móviles”, informó ayer en un comunicado. Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, negó que haya habido interferencias políticas en el caso, como denunció recientemente, José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, por coincidir con la campaña del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La decisión se basa “en razones de peso”, enfatizó la comisaria, argumentos jurídicos “que pesan 2,6 kilogramos, yo mismo lo he pesado...”, dijo. La comisaria admitió que han trabajado “estrechamente” con los reguladores de Competencia y Telecomunciaciones británicos para “comprender” mejor el impacto de la operación pero se mostró convencida de que su decisión resistiría el escrutinio de la Justicia europea. “Allí no valen consideraciones políticas ni emociones”, dijo. El grupo Hutchison no descarta acudir a los tribunales para contestar el veto.
Telefónica entró en el mercado británico en el 2006 con la adquisición de O2, nombre que mantuvo como marca comercial. En el 2013 se desprendió de parte de su negocio, con la venta a Sky de su negocio residencial fijo y de banda ancha. La operadora española pretendía dedicar “una parte sustancial” de los fondos obtenidos por la venta a Hutchison de sus actividades en el sector de la telefonía móvil británico a reducir su endeudamiento. La operación, sin embargo, enseguida suscitó sospechas en Bruselas.
En octubre pasado, la Comisión Europea abrió una investigación en profundidad. Las desinversiones propuestas por el grupo asiático (cesión del 30% de su capacidad de red a operadores virtuales, venta de la mitad de su capital en Tesco, congelación de tarifas durante cinco años y fuertes compromisos de inversión en la mejora de la red) no resolvieron “las serias dudas” que le planteaba la operación; “era difícil definirlas con precisión y algunas dependían de que se acordaran otras”, explicó Vestager. Su conclusión fue que no bastaban
para impedir el “probable impacto negativo” de la operación sobre los precios, la calidad del servicio y la innovación de la red.
El veto de Bruselas se fundamenta en primer lugar en el efecto de la aparición de un operador con una cuota de mercado superior al 40%, que “habría tenido muchos menos incentivos para competir” con Vodafone y EE (British Telecom) y habría llevado a una subida
La compañía china, que había pactado la compra, no descarta recurrir la decisión
de precios en el mercado minorista para todos los operadores. Además, “la entidad fusionada habría formado parte de los dos acuerdos de uso compartido de red, MBNL y Beacon”, lo que habría debilitado las posiciones de sus competidores y “obstaculizado el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones móviles”. Por último, la reducción del número de operadores habría reducido también las posibilidades de acceso de los operadores virtuales.