Temer propone un giro liberal para la “salvación nacional” de Brasil
De los 23 nuevos ministros, nueve están salpicados por escándalos de corrupción
Una de las prioridades del nuevo Gobierno brasileño era retirar a primera hora de los edificios públicos el retrato de la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, y sustituirlo por el de Michel Temer. La situación es formalmente provisional, ya que el mandatario interino debería devolverle el poder a Rousseff si el Senado no la condena en los próximos seis meses. Pero queda claro que la intención de Temer y los partidos que hasta hace dos días estaban en la oposición es agotar el mandato presidencial, hasta finales del 2018.
No obstante, el Gobierno dio marcha atrás cuando se difundieron imágenes de la retirada de los retratos. Tras el primer Consejo de Ministros, el de Presidencia, Elizeu Padilha, explicó que Temer había dado la orden de dejar las fotos de Rousseff en su lugar por “entender que su Gobierno es transitorio”.
A pesar de que los sondeos indican que apenas el 2% de los brasileños votaría hoy a Temer como presidente, este constitucionalista de 75 años propone un giro liberal para lograr de manera urgente “pacificar y unificar” la nación, como dijo a última hora del jueves tras la caótica toma de posesión de su Gabinete de “salvación nacional” en Brasilia.
“El Estado no lo puede hacer todo; depende de las fuerzas del sector productivo, que son los trabajadores, por un lado, y los empleadores por otro”, dijo Temer, rodeado de sus ministros y decenas de líderes de los partidos ahora oficialistas, en un ambiente de euforia y celebración que choca con la grave crisis institucional que vive el país.
“Al Estado le compete cuidar de la salud, la educación y la seguridad, cosas que no pueden salir de la órbita pública. El resto debe ser competencia de la iniciativa privada”, añadió Temer, que, no obstante, aseguró que seguirán los millonarios subsidios sociales que recibe una cuarta parte de la población desde que el Partido de los Trabajadores llegó al poder con Lula en el 2003.
Temer ha apostado por el candidato de los mercados para arreglar la economía, Henrique Meirelles, nuevo ministro de Hacienda y que fue con Lula gobernador del Banco Central. En su primera rueda de prensa, Meirelles no adelantó ninguna medida. Sin embargo, se da por descontado un fuerte ajuste que no se sabe cómo caerá en buena parte de la población que apoya el impeachment contra Rousseff.
De momento, Meirelles, que apuesta por dar “confianza” a los inversores, ya indicó que 4.000 funcionarios serán despedidos, tras pasar el Gobierno de 31 a 23 carteras. Contradiciendo a Temer, Meirelles también anunció que los subsidios sociales serán “auditados”, lo que podría provocar la pérdida para un tercio de los beneficiarios.
Otra de las figuras del nuevo Ejecutivo es José Serra, ministro de Exteriores y que en el 2010 perdió las elecciones presidenciales frente a Rousseff como principal candidato centroderechista.
De los 23 ministros –ninguna mujer– de una decena de partidos, nueve están salpicados por escándalos de corrupción y tres ya están siendo oficialmente investigados.
Por su parte, Rousseff recibió ayer a los corresponsales extranjeros para insistir en la tesis del “golpe de Estado” y cuestionó la legalidad del Gobierno de Temer: “Creo que un Gobierno ilegítimo precisará siempre de mecanismos ilegítimos para mantenerse en el poder”.
La crisis preocupa en la región y especialmente en Argentina, un 40% de cuyas exportaciones son a Brasil. Su ministra de Exteriores, Susana Malcorra, pidió la rápida resolución del juicio político para acabar con la inestabilidad política. “Cuanto más tiempo tarde, la crisis más se ahonda, no sólo para Brasil, sino para la región”, dijo.