La receta fundacional
Santi Vila presenta sus proyectos de futuro para Catalunya y CDC desde el centrismo liberal
ASanti Vila siempre le ha gustado definirse como un hombre del presente, alejado de las utopías y los maximalismos, nada dado a la épica. Desde esta perspectiva es desde la que el ahora conseller de Cultura propone sus recetas para el momento fundacional en que se encuentra Catalunya en general y su partido, CDC, en particular. Un moment fundacional. Visions des del reformisme modern (Pòrtic) es el último libro, escrito cuando todavía era conseller de Territori i Sostenibilitat, que publica este político heterodoxo, no sometido a las disciplinas partidistas, que tiene su propio proyecto y que no duda en expresarlo públicamente por controvertido o inoportuno que resulte. Un ensayo sobre el cambio de paradigma que necesitan tanto como conllevan los nuevos tiempos de la política.
Llegado al movimiento soberanista por la vía de la necesidad –“la única vía plausible para superar la actual desigualdad de relación entre los diversos pueblos de España”– y no del sentimiento, Santi Vila no prejuzga que el proceso tenga que acabar necesariamente en independencia –que en todo caso ve como instrumento y no como fin en sí misma– y deja la puerta abierta a que el desenlace sea, por ejemplo, “un Estado confederado o simplemente una autonomía renovada”. Para él lo fundamental –“lo importante e irrenunciable”– no es la fórmula, sino “dotarnos de un país bien gobernado”, que significa “perseguir la prosperidad y la equidad” en términos genéricos, pero también, en el terreno de lo concreto, “regenerar los sistemas públicos de salud, educación, cultura y bienestar, retomando, sin complejos ni prejuicios ideológicos, el camino de la concertación con la iniciativa privada”. Y, como buen liberal, defiende “comercios abiertos los domingos –a contracorriente de la doctrina del partido–, más libertad de empresa, una administración más delgada, ágil y flexible”. “Y no soy partidario de rebajar impuestos”, precisa ahora que la polémica está servida entre CDC y ERC.
Al partido en el que milita desde el año 2000 este historiador antes que político considera que también le conviene, después de protagonizar una “deriva hacia la izquierda” precisamente a raíz de la aparición de la agenda soberanista sobre la que no se muerde la lengua –“el bloqueo a la investidura de Artur Mas por parte de la CUP ha encarnado, nítidamente e implacable, el pecado y la penitencia de esta deriva”–, recuperar el norte. Un norte que, según él, está en el centro: “Identificando los males que han corrompido el ideario convergente, es la hora de vivir y protagonizar un nuevo momento fundacional que, sin renegar de la buena tradición heredada, haciendo limpieza de todas las malas prácticas y de todo aquello que sea reprobable –desde las sospechas de corrupción al caso Jordi Pujol–, afronte el siglo XXI con espíritu y voluntad de victoria, decididos a ocupar y representar nuevamente el espacio hegemónico y central de Catalunya”. La apuesta es que CDC se refunde “en clave regeneradora y modernizadora, inspirándose en los mejores espacios socioliberales, humanistas, ecologistas y de progreso que hay en Europa”, entre los que señala como ejemplos a seguir el Partido Radical danés, el Movimiento Reformador belga, el Partido del Centro finlandés y la Unión de Demócratas e Independientes francesa.
No consta que Santi Vila quiera optar a la dirección de esta nueva CDC, pero sí tiene claras dos cosas: cómo debe organizarse internamente –un tercio de directivos “guardianes del ideario”, un tercio de prohombres que “da solvencia” y un tercio de cuadros de perfil técnico– y que para volver a ser proyecto “ganador y mayoritario” no le basta con los graneros electorales tradicionales de Girona, Lleida y Tarragona, necesita también el de Barcelona. De otro modo “nunca recuperará la hegemonía”, advierte.
“El bloqueo de la CUP a la investidura de Mas, pecado y penitencia de la deriva del partido hacia la izquierda”