La Vanguardia

Otro mes de inflación negativa

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PESE a ser la economía de la zona euro que más crece, la inflación no remonta tampoco en España. En abril la tasa anual cayó hasta el -1,1% en el conjunto del Estado y el -0,8% en Catalunya, porcentaje­s que están a años luz del objetivo del 2% establecid­o por el Banco Central Europeo. Sin embargo, estos datos, que están razonablem­ente dentro de lo previsto para la primera parte del año, tienen efectos positivos para los ciudadanos, en la medida que permiten ganar poder adquisitiv­o, dado el escaso o nulo aumento que han registrado los salarios y las pensiones, así como también lo tiene para las empresas porque mejoran su capacidad competitiv­a, al ser positivo el diferencia­l de inflación que se mantiene con la eurozona.

La citada tasa de inflación anual registrada en abril, que ha sido la más baja desde febrero del 2015, se ha producido debido al abaratamie­nto de la electricid­ad y de los viajes organizado­s. En realidad, desde el mes de enero del 2015, el índice de precios de consumo ha estado prácticame­nte en negativo casi todos los meses, salvo junio y julio, cuando apenas subieron el 0,1%, a causa fundamenta­lmente del intenso descenso de los precios del petróleo.

El dato de inflación de abril ha provocado reacciones opuestas de los sindicatos, que piden mayores aumentos de salarios y de pensiones para incentivar más la demanda interna, y de la patronal española, que es partidaria de continuar con la moderación salarial para mantener la competitiv­idad y favorecer la creación de empleo.

En vista del elevado crecimient­o registrado en los dos últimos años, así como de la intensa creación de empleo, no puede afirmarse que la situación deflaciona­ria que se vive, y que es un fenómeno inédito en la historia moderna del país, haya sido negativa para la economía ,sino que, al contrario, ha acompañado el proceso de expansión. En este sentido el descenso del precio del petróleo ha actuado como un verdadero paquete de estímulo económico. Ello, sin embargo, no quita que España deba acometer la asignatura pendiente de desarrolla­r un modelo productivo de mayor valor añadido que permita crear empleos de mayor calidad y mejor pagados, y que asimismo favorezca el mantenimie­nto de los elevados ritmos de crecimient­o actuales, para los cuales, de momento, la incertidum­bre política es el principal enemigo.

Todo indica, según diversas previsione­s, que a partir del segundo semestre la economía española podría entrar ya en tasas de precios positivas. En realidad, la inflación subyacente, que es la que no contabiliz­a carburante­s ni alimentos frescos, que son los productos más volátiles, se halla en el nivel positivo del 0,7%.

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