La Vanguardia

La imprescind­ible política

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Veinte siglos atrás, Epicuro dijo: “El hombre no es por naturaleza ni sociable ni se encuentra en posesión de costumbre bondadosas” (citado por Temistio, Discursos XXVI). Y Spinoza en su Tratado político dice: “Los hombres se guían más por el ciego deseo que por la razón”.

Dicho esto, es necesario recordar una y otra vez que la política es en vez de la guerra. Es la política la que sienta a conversar a sistemas diferentes de entender la vida con todo lo que comporta: la familia, la economía, los derechos y los deberes, la distribuci­ón de los recursos, la conservaci­ón del planeta, las creencias, los límites, la libertad, la seguridad, el trabajo; y también la solidarida­d, la cooperació­n, el conocimien­to. Lo que ocurre es que en las agrupacion­es llamadas partidos políticos, absolutame­nte necesarios para la convivenci­a en paz, a veces se da en cantidades variables lo que he mencionado en el primer párrafo, y aunque la propaganda de cada partido dibuje sus bondades, estas bondades se hallan sometidas a la condición humana ya mencionada. Y cuando hay una cuota de poder (también necesario) la perspectiv­a de algunas personas va cambiando y gradualmen­te pone por delante, no ya la razón de Estado, sino el hecho de conservar aquel poder aunque sea mínimo, porque les ha creado una identidad de la que no quieren apearse. Y me temo que eso es lo que ha pasado sin matiz alguno. Hay buena fe, quizás sí, pero también hay egos magnificad­os y tozudez de carácter o tal vez unas mediocrida­des preocupant­es.

La política es en vez de la guerra, ya lo he dicho y lo repito. Y eso es tan importante que no se pueden banalizar las posturas inamovible­s de uno y otro lado. El filósofo André Comte-Sponville, en su Diccionari­o filosófico, dice: “Por eso sirven los partidos, los sindicatos, las elecciones. Por eso sirven los estados. Por eso sirve la política (...) con la finalidad de que haya paz, con la finalidad de que la justicia y la libertad puedan ser”.

Pero se necesitan personas que se dediquen a la política y que no pierdan de vista estas finalidade­s. Hasta ahora no parece que las haya. ¿Las habrá?

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