La Vanguardia

Caricatura­s en Cannes

El humorismo de ‘Ma loute’ se contrapone a la seria caricatura de ‘Neruda’, de Larraín, y la dignidad de ‘I, Daniel Blake’, de Ken Loach

- SALVADOR LLOPART Cannes Enviado especial

Una caricatura es un retrato exagerado. Una aproximaci­ón a una persona o a un acontecimi­ento distorsion­ando la apariencia física o los hechos. Las caricatura­s suelen tener una voluntad humorístic­a –hacernos reír– o moral: hacernos pensar. Y ayer Cannes, sin saber cómo, se nos llenó de caricatura­s.

Caricatura con momentos sublimes, pero carente de ritmo, resultó Ma loute, del circunspec­to y brutal Bruno Dumont. Un híbrido entre el humor absurdo de Monty Python y la crítica social. Donde los burgueses resultan ridículos y los campesinos, brutales. Directamen­te caníbales. Brutalment­e divertido Fabrice Luchini, camino de convertirs­e en el mejor actor de Francia, y el desmelenam­iento de Valeria Bruni-Tedeschi y de Juliette Binoche.

Pablo Larraín, responsabl­e de películas sabias como Post morten (2010) y El club (2015), esa inolvidabl­e pesadilla sobre los pecados de la curia sacerdotal chilena, se acerca ahora a la figura de Pablo Neruda en Neruda y el resultado es también una caricatura. Una caricatura de orden moral, compleja, sugerente, libre, sin embargo. Que surge de las enmarañada­s relaciones del poeta con Chile, su patria. “Amo a Neruda”, repite él, cuando le sugieres que su filme es una caricatura que arremete contra todos. Especialme­nte con los representa­ntes de la supuesta izquierda. “Neruda, para nosotros, los chilenos, es más que un personaje. Es un ser paradójico. Amo a Neruda, efectivame­nte. Y por eso hemos querido apartarnos de la crítica sencilla o del homenaje. Su retrato es el resultado de un accidente, el de la propia película, hecha en la sala de montaje”.

No; Neruda no nos cuenta la vida del poeta, aunque todo lo que se cuenta se base en hechos. Es, más bien, un ejercicio de poesía en sí mismo: un Canto general a una vida donde, para Larraín, se concentran las contradicc­iones que todavía dominan la vida chilena.

Para contradicc­iones, con su ración de caricatura, I, Daniel Blake,la nueva de Ken Loach. A sus 79 años, Loach es un veterano de Cannes, con tantas o más películas en el festival que el octogenari­o Allen. Pero Loach todavía es más veterano del llamado cine comprometi­do. Del cine social, que antes se decía. I, Daniel Blake es un agrio retrato de un hombre y de un país, la Inglaterra de ahora mismo, donde Daniel Blake, de 59 años, se las tiene que ver con los servicios sociales para que reconozcan lo evidente: que está enfermo y no puede trabajar.

No es una caricatura humorístic­a, no. Es un enérgico trabajo de Loach, nada testamenta­rio. Del que resulta el retrato de un hombre íntegro, celoso de su dignidad (y de los demás), que cae, sin embargo, en situacione­s caricature­scas en ciertos momentos de guion –el hambre de una mujer con hijos, el recurso de la prostituci­ón, etcétera– que lo acercaa Los miserables, de Victor Hugo. Son patinazos del guion de Paul Laverty más que del conjunto del filme, que deja una sensación de integridad y compromiso admirable.

Con ‘Neruda’, Larraín, más que un homenaje o una crítica, hace un poema sobre el poeta

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YVES HERMAN / REUTERS A la izquierda, Fabrice Luchini besa a Valeria Bruni-Tedeschi, junto a una divertida Juliette Binoche
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