Médicos contra chamanes
La Vanguardia publicaba esta semana un magnífico reportaje de la periodista Ana Macpherson. Magnífico por dos razones:
1. Se trata de una buena noticia apasionante. De las que hacen historia. El médico catalán Oriol Mitjà ha encontrado la manera de erradicar la enfermedad de Pian, una infección que ulcera la piel e inflama los huesos, muy invalidante, encerrando en la miseria a los que la padecen. Mitjà ha descubierto que un antibiótico común la hace desaparecer en 48 horas.
2. Demuestra de nuevo la validez del método científico, el que utilizan los hospitales y centros de investigación para comprobar que un medicamento es eficaz. Aquí no hay trampa ni cartón, sino ensayos objetivos que permiten llegar a una conclusión: esta medicina cura, esta otra no.
Este último aspecto, tan obvio, adquiere una importancia vital en un momento en el que la pseudociencia y las terapias alternativas parecen haberse convertido en objeto de culto entre una parte nada desdeñable de la población. Como si de una religión se tratase, los defensores de estas prácticas basan su apoyo en la fe y no en la razón.
El Barómetro Sanitario que el CIS ha hecho público esta semana arroja dos cifras preocupantes al respecto. Un 10% de los españoles creen que las vacunas conllevan más riesgos que beneficios y un 16% prefiere que sus hijos pasen las enfermedades de forma natural, sin medicarlos. Quizás vaya siendo hora de que las autoridades tomen cartas sobre el asunto, porque la actuación de ciertos colectivos roza el atentado contra la salud pública. ¿Quiénes son estas personas que dicen combatir el cáncer con vitaminas o la diabetes con una planta? No dejemos que los chamanes echen por tierra los avances de médicos como Mitjà.