El presidente de Filipinas quiere limitar a tres los hijos por familia
El presidente electo de Filipinas, Rodrigo Duterte, que asumirá su cargo el 30 de junio, ha desvelado este fin de semana nuevas ideas para gobernar el país, además de proseguir su enfrentamiento con la Iglesia filipina.
Duterte, que obtuvo una amplia mayoría en las elecciones del pasado día 9 de mayo y que ya ha anunciado que quiere instaurar la pena de muerte, sorprendió a los filipinos con una nueva iniciativa el pasado domingo por la noche. Les anunció su idea de limitar a tres el número de hijos por familia, aunque no especificó qué pasaría con aquellas parejas que quisieran tener más descendencia.
“Yo sólo quiero tres niños por cada familia”, dijo Duterte en una entrevista a la cadena de televisión GMA. “Soy cristiano, pero también soy realista y tenemos que hacer algo con nuestra superpoblación”. Su reflexión se refería a la situación a la que se enfrenta Filipinas, un país cuya población crece anualmente a un ritmo de entre 1,7 y 1,8 millones de personas al año, según la Comisión Nacional de Población, y la existencia de familias numerosas formadas por nueve, diez o catorce hijos no resulta extraño.
Una situación explosiva, agravada además por el hecho de que muchas chicas tienen su primer hijo entre los 14 y los 16 años, sin los medios adecuados ni recursos económicos. Una situación inducida por la falta de información, de medios y el ambiente conservador imperante en el país.
Por otra parte, Duterte volvió a chocar este fin de semana con los obispos del país, a quienes llamó “hijos de puta”. En una entrevista, señaló a la Iglesia como “la institución más hipócrita”, acusó a los obispos de entrometerse en las políticas del Gobierno y dijo que algunos de ellos se enriquecían a costa de los pobres. “Hijos de puta, ¿no os da vergüenza? Pedían muchos favores, incluso a mí”, subrayó.
Ante tales acusaciones, monseñor Oliver Mendoza, portavoz de la archidiócesis de Lingayen, cuyo líder es el presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, dijo que la Iglesia respeta la opinión de Duterte, pero seguirá oponiéndose a las políticas del Gobierno que sean contrarias a la enseñanza de la Iglesia. “Porque si no somos capaces de hacer eso, si cerramos los ojos, si cerramos los labios y cerramos los oídos, ¿cuál será el papel de la Iglesia?”, dijo Mendoza.
El hombre que dirigirá el destino de Filipinas en los próximos seis años ya protagonizó un sonoro enfrentamiento con la Iglesia cuando en plena campaña electoral insultó al Papa y también le llamó hijo de puta, por provocar atascos cuando visitó Filipinas. Posteriormente, Rodrigo Duterte rectificó y envió una carta al Vaticano en la que reconocía su error y pedía disculpas a Francisco.