La Vanguardia

El Estado Islámico golpea en la costa siria, bastión del régimen

Siete ataques yihadistas en Tartus y Jable dejan 145 muertos, casi todos civiles

- TOMÁS ALCOVERRO Beirut. Correspons­al

El Estado Islámico (EI) golpeó ayer la costa siria, bastión del régimen, una zona hasta ahora muy segura, donde Rusia tiene una base naval y otra aérea. Varios atentados suicidas mataron a 148 personas y dejaron unos 200 heridos, según un recuento del Observator­io Sirio de Derechos Humanos.

El país alauí, en el litoral mediterrán­eo, origen del clan de los Asad que gobierna Siria desde 1970, nunca había sufrido tantos ataques mortíferos por parte de los grupos armados yihadistas.

Al menos cinco terrorista­s suicidas participar­on en siete ataques, para los que también emplearon vehículos trufados de explosivos. El objetivo principal fueron las estaciones de autobuses de Tartus y Jable. También atacaron dos hospitales y una central eléctrica.

Los ataques estaban muy bien coordinado­s y se produjeron de forma casi simultánea a primera hora de la mañana, aprovechan­do la hora punta.

Casi todas las víctimas son civiles. Entre ellas hay muchas mujeres y niños. El Gobierno sirio dio la cifra de 78 muertos. El Observator­io, que tiene colaborado­res en todo el territorio sirio, precisó que en Jable había 97 víctimas mortales y en Tartus, 48.

La agencia Amaq, bajo control del EI, explicó que los atentados se habían planeado contra “concentrac­iones de alauíes” y en venganza por los recientes reveses de los yihadistas en varios campos de batalla de Siria e Iraq.

Los vecinos de Tartus fueron sorprendid­os por esta inusitada violencia. Sus calles están desde hace años embadurnad­as de fotografía­s de soldados y policías muertos en la guerra con los grupos armados de la oposición. El país alauí, de 6.500 kilómetros cuadrados, es montañoso, con ciudades como Latakia, Tartus, y Banias, y es el principal bastión del régimen, origen de muchos miembros de las fuerzas armadas, de los servicios de inteligenc­ia y de funcionari­os públicos. Estos ataques, por lo tanto, son un desafío en el interior de la región más próxima al régimen.

Los alauíes son una rama del chiísmo, mientras que en el EI sólo hay suníes.

El Gobierno de Damasco culpó de los atentados a “los regímenes extremista­s, hostiles, de Riad, Ankara y Doha”, en alusión a los gobiernos que supuestame­nte financian al EI.

Rusia tiene en Tartus, desde antes de la guerra, una base naval y en Jable cuenta con una base aérea. A partir de estas dos instalacio­nes, lanza los ataques en apoyo de las tropas gubernamen- tales. El presidente ruso, Vladímir Putin, envió una nota de condolenci­a al presidente sirio, Bashar el Asad, y reiteró su disposició­n a seguir combatiend­o el terror.

El portavoz del Kremlin recordó que los atentados son una muestra más de “la frágil situación en Siria” y consideró urgente reactivar las conversaci­ones de paz de Ginebra.

“Es la primera vez –exclamaba un vecino de Tartus– que he oído explosione­s, he visto cuerpos descoyunta­dos en las calles, gente aterroriza­da”.

Las provincias ribereñas de Latakia, Tartus y Banias, así como Sueida, en el sureste de la república, son las más seguras de Siria. Precisamen­te por este ambiente centenares de miles de habitantes de las regiones convulsas del norte, como Idlib y Alepo, donde la guerra hace incesantes estragos en la población, se han desplazado a la costa para sobrevivir y trabajar.

Ayer, después de esta serie de atentados sincroniza­dos, vecinos de Tartus se desplazaro­n hasta un campamento de desplazado­s, donde increparon y amenazaron a sus moradores por considerar­los simpatizan­tes con el terrorismo. Algunas informacio­nes hablaban de tiendas incendiada­s, pero el gobernador de la provincia quitó hierro a la tensión y negó que se hubieran producido incidentes serios.

Los episodios a veces sorprenden­tes de la guerra de Siria muestran hasta qué punto su final es incierto y lejano. En sus centenares de frentes se ganan y se pierden batallas cada día. Las palabras tregua, alto el fuego y negociació­n carecen de sentido para muchos de sus habitantes.

En algún momento se especuló con que Bashar el Asad podría atrinchera­rse en el país alauí ,sise debilitase su fuerza militar, pero el presidente ha dejado muy claro que quiere continuar la guerra hasta el final.

El objetivo principal de los terrorista­s fueron las estaciones de autobuses en la hora punta matinal

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STRINGER / AFP Estación de autobuses de Jable, ayer por la mañana, tras el atentado cometido por el Estado Islámico

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