La Vanguardia

Al menos 18 niñas mueren en el norte de Tailandia al arder su dormitorio

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Tailandia dejó de ser ayer el país de la sonrisa, como es conocido por la amabilidad de su población. Al menos 18 niñas de entre cinco y doce años murieron la noche del domingo al lunes al incendiars­e su dormitorio mientras descansaba­n. Otras cinco resultaron heridas, dos de ellas de gravedad, según informó la policía, que investiga las causas del incendio.

El infortunio se ensañó el pasado fin de semana en Chiang Rai, una de las cuatro provincias más pobres de Tailandia, según el último informe del Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (PNUD), en forma de incendio. La estructura de madera de dos pisos que servía de dormitorio a 38 niñas, la mayoría de ellas de familias pobres y pertenecie­ntes a las minorías étnicas de la zona, ardió durante la noche del domingo al lunes. Quince de ellas tuvieron tiempo de escapar sanas y salvas de un incendio que los bomberos tardaron tres horas en extinguir. No así el resto de sus compañeras.

La suerte para estas supervivie­ntes es que el incendio se inició a las once de la noche, una hora en la que aun estaban despiertas y fueron capaces de dar la alarma, según explicó Rewat Wassana, el director de la escuela Wittaya Pitakkaiat. Un complejo que, además de englobar a este dormitorio y a otro de chicos, acoge una guardería y una escuela primaria en el distrito de Wang Pa Pao, en las afueras de la ciudad de Chiang Rai, a unos 800 kilómetros al norte de Bangkok.

Según Rewat Passana, el incendio se originó en la planta baja del dormitorio, que se utiliza para diversas actividade­s, y se propagó al segundo piso. “Muchas pudieron escapar gracias a la ayuda de la profesora que dormía con las niñas”, añadió el director de la escuela en una rueda de prensa, según el diario The Nation de Bangkok.

Al parecer, la heroína de esta noche aciaga fue una niña de once años llamada Suchada, que dio la alarma. Se había levantado para ir al baño y se dio cuenta de que había fuego en la planta baja y corrió a avisar a sus compañeras. Sin embargo, algunas no le hicieron caso. Se pensaban que era una broma pesada y le cerraron la puerta en sus narices.

Suchada explicó que se salvaron porque aplicaron las lecciones de superviven­cia que habían aprendido con las girls scouts. “Nos acordamos de algunas enseñanzas y atamos varias ropas para hacer una especie de cuerda larga y salimos por la ventana”, dijo la estudiante. “La profesora nos ayudó”, añadió Suchada, quien precisó que “cuando descendía, la ropa se rasgó y la maestra se lastimó en una pierna”, fue la última en abandonar el edificio en llamas.

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