A punto para el bautizo
Días atrás hubo debate sobre el nombre que debería tener el club de fútbol que resultara de la fusión del Palamós CF y la UE Llagostera. El Palamós apostaba por Palamós-Costa Brava –hasta el punto de que, durante unos días, se presentaba así en su cuenta de Twitter– pero muchos llagosterencs no veían claro que el nombre de su club se esfumara para siempre. Al final todo ha acabado en nada porque la fusión se ha aparcado. Ambos equipos seguirán compartiendo el estadio de Palamós, pero cada uno por su lado y con su denominación tradicional.
Ahora tenemos otro caso de cambio de nombre: el de Convergència Democràtica de Catalunya. Hace tres días celebraron su primer supersábado. Cómo han disfrutado todos llamándolo así, un calco de los supermartes en los que, durante el año que en Estados Unidos hay elecciones presidenciales, muchos estados celebran primarias para escoger al candidato de cada partido. Espero con ansia que pronto la palabra caucus se incorpore al lenguaje político catalán, sobre todo si tenemos en cuenta que viene de las lenguas algonquinas, en las que caucauasu significa “reunión de jefes de tribu”. Ya es exactamente eso.
¿Qué nombre pondrán ahora al partido? Evidentemente, Democràcia i Llibertat –uno de los más poco agraciados de la historia– queda definitivamente arrinconado. El domingo, el pintor Ramon Enrich me preguntó: “¿Cómo tendría que llamarse la nueva CDC? ¿Incluirá la palabra Catalunya? ¿El logo irá en minúsculas? ¿Será un nombre largo? ¿Conservará el azul como color identificativo?”. Hay analistas políticos que aseguran que el futuro nombre mantendrá la palabra Convergència. En cambio, Artur Mas dice que no hará una cuestión de principios de eso y que se tiene que abrir el proceso a fin de que la militancia y los órganos del partido lo decidan. Que lo decidan sólo ellos es lógico y comprensible, para evitar que los habitantes de otras ideologías presenten nombres burlones. Pero, ahora que los diarios digitales incluyen siempre encuestas sobre lo que sea, me extraña que todavía ninguno haya creado un rinconcito donde los lectores puedan hacer propuestas sobre el nuevo nombre convergente. Reiríamos bastante. Desde que por primera vez se presentaron del brazo de Unió Democràtica, las paráfrasis que la pareja provocó fueron constantes: Conveniència i Unió, Divergència i Unió... Hay un montón de palabras que riman en -ència –inconsistència, concupiscència, abstinència, connivència, decadència, insolvència, somnolència, herència, incoherència... – y por lo tanto el juego de palabras ha sido siempre fácil. No me negarán que Inconsistència i Somnolència o Herència i Incoherència permiten ironías. Pero, claro, no irá por ahí y, además, probablemente no aparecerá partido por ningún lado, tal como mandan las actuales normas: Podemos, Equo, C’s, En Común... Hoy día, a la hora de crear una nueva opción política, lo más innovador sería que su nombre incluyera la palabra partido.
“¿Como tendría que llamarse la nueva CDC? ¿El logo irá en minúsculas? ¿Conservará el color azul?”