La Vanguardia

Democracia ‘low cost’

- Fèlix Riera F. RIERA, editor

La democracia low cost consiste en: reducir los costes de las campañas electorale­s, hacer únicamente las que estaban previstas, celebrar un solo debate televisivo, sólo prestar atención pública a los cuatro principale­s partidos, evitar los mítines multitudin­arios y sustituirl­os por microdecla­raciones en Twitter, abandonar el cuerpo a cuerpo con los electores para mostrarse públicamen­te en todos los programas de televisión posibles o prohibir la estelada para avivar el debate político. Una concepción de la democracia que abona la tesis de que es un sistema farragoso, tedioso y caro. Una valoración que incide en ahorrar a los ciudadanos el espectácul­o de unas nuevas elecciones no previstas. Lo han declarado algunos dirigentes políticos, indicándon­os hasta qué punto algunos ven la democracia como un asunto de costes y no su valor. La famosa aseveració­n de Winston Churchill a favor de la democracia –“Sí, la democracia es realmente la peor forma de gobierno, quitando todos los demás sistemas que se han probado en la historia”– fue en respuesta a una persona que quería saber la razón por la que apostamos por la democracia cuando crea formas de gobierno débil. Asistimos, pues, a una forma de hacer política en la que las elecciones son entendidas como trámite democrátic­o y no como su factor esencial, sin el que la democracia carece de sentido.

La propuesta de reducir los gastos electorale­s para legitimar la campaña electoral a los ojos de los ciudadanos tiene mucho de demagogia y encierra en su interior una idea turbadora: asociar la inversión publicitar­ia como un acto de despilfarr­o cuando es un acto de comunicaci­ón. Se nos promete que en la próxima legislatur­a se acometerá un plan de reformas que cambiarán nuestra arquitectu­ra institucio­nal mientras sólo se discute si habrá o no debates televisivo­s. Se habla de grandes ideales políticos convertido­s en 140 caracteres que acaban siendo titulares de los informativ­os. El fracaso de los partidos políticos no es que tengamos que volver a concurrir a unas nuevas elecciones, sino las condicione­s en las que se harán. Unas condicione­s que convierten el proceso electoral en un espectácul­o de low cost, en el que el único momento de verdad lo ponen los votantes al depositar su voto pensando en lo mejor para los suyos, para todos.

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