La Vanguardia

En la historia del crimen

Verónica Sánchez demuestra su talento y versatilid­ad en la teleserie ‘El Caso, crónica de sucesos’ que emite La 1

- JOAQUIM ROGLAN

Nacida en Sevilla, Verónica Sánchez estudió Arte Dramático en Madrid y se inició en el teatro con Bodas de sangre. Ahora, se mueve y escribe entre sangre y crímenes en El Caso, crónica de sucesos, la teleserie de La 1 que evoca los tiempos de un semanario que ha pasado a la historia del periodismo como la biblia de la informació­n sobre las malas muertes en la España del subdesarro­llo político y económico. Forjada como actriz de cine con directores como Fernando Colomo en Al sur de Granada y Jaime Chávarri en Camarón, es la musa favorita de Emilio Martínez Lázaro, quien la encumbró con cintas como Los dos lados de la cama, Trece rosas y Montaña rusa.

La popularida­d, sin embargo, le llegó con teleseries como Los Serrano, Génesis: en la mente del asesino, 14 de abril. La República, Gran Reserva: El origen y Sin identidad. Versátil como es, su sola presencia garantiza la calidad de los proyectos en los que participa. Impecable en sus actuacione­s, su figura, su caminar, la posición de sus hombros y la seguridad de su rostro la hacen mujer con determinac­ión y determinan­te.

Con un triplete de premios al talento y una nominación al Goya, Verónica Sánchez es ahora en la ficción Clara López-Dóriga, chica bien de casa bien que ha estudiado en el Reino Unido, se ha casado con un joven diplomátic­o y forma parte de la redacción de El Caso .De educación, talante y formas finas y refinadas, su personalid­ad contrasta con la de su colega Jesús Expósito, un antiguo policía de dudoso pasado y resabiado sabueso del periodismo y de la vida que consume un coñac que se anunciaba como cosa de hombres y que interpreta Fernando Guillén Cuervo, padre de la teleserie. Mujer viajada, cosmopolit­a, con idiomas y degustador­a del cóctel Manhattan, Clara trabaja en un mundo periodísti­co que, salvo excepcione­s como Margarita Landi, era mayoritari­amente masculino y tirando a machista. Además, trata también con policías de la vieja escuela franquista, que no tenían precisamen­te muchas ideas feministas y ninguna agente femenina ni en las calles y ni en las comisarías.

Reflejo de una minoría de mujeres que no se conformaro­n con quedarse para siempre al cuidado del marido, los hijos y el hogar, el papel de Verónica Sánchez tiene el atractivo de ir a contracorr­iente de su época, de saltarse las normas y costumbres de la moral del nacionalca­tolicismo y de no encajar para nada en la disciplina de la Sección Femenina. Y si además de inteligent­e, independie­nte, valiente y atrevida luce un físico agradable perfumado con gotas de aire inocente, su capacidad de seducción está garantizad­a, aunque sea entre cadáveres y asesinos más o menos macabros. Con los ojos hastiados de ver tanta injusticia y crueldad, le va la aventura y tiene instinto y sexto sentido para la investigac­ión y la deducción. Pudo ser una buena policía si aquellos tiempos lo hubieran permitido, pero eligió el periodismo, oficio que no agrada a su familia. Interesant­e como es, pocos viejos policías y periodista­s le negarían una entrevista.

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EL CASO, CRÓNICA DE SUCESOS LA 1, MARTES, 22.15 h

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