La felicidad de Luis Enrique
La versión más distendida del asturiano se vivió en el Calderón de madrugada
Era la una y media de la madrugada pasada y sobre el césped del Vicente Calderón se pudo ver al Luis Enrique más humano y feliz de sus dos campañas al frente del banquillo barcelonista. Al más sosegado y cercano. El asturiano y su equipo se habían quedado en paz tras mostrarse un compromiso mutuo inquebrantable. Después de celebrar como el que más la victoria en la vuelta de honor, saltando, bailando y jugando con su hija Xana y tras fundirse en un abrazo intenso con Lionel Messi, el gijonés respiró con una sonrisa beatífica en los labios. Pocas veces se le había visto tan eufórico primero y tan distendido después.
Mientras los jugadores iban desfilando a su alrededor por la hierba del Manzanares, repleta de confeti azul y grana y con una gigantesca botella de cava vacía en el centro del campo, Luis Enrique explicaba en algunos corrillos con periodistas y directivos, relajado, que él no había sufrido tanto, que no les habían hecho tantas ocasiones y que se había visto otra versión del Barça, la del corazón, y también había sido triunfadora.
Pasaba Neymar, con su hijo de la mano y un balón. Pasaba Piqué, cerveza en ristre y repleto de felicidad. Pasaba Jordi Alba, todavía rememorando su gol en formato bucle. Y recibía todo tipo de parabienes el genio Iniesta, uno de los primeros en alcanzar el autocar. Los futbolistas, el propio Luis Enrique y también algunos miembros del vestuario lucían una camiseta del Barça con el dorsal 28, el número de títulos en la competición, y el lema “Rei de copes”.
En un momento dado, a la par que directivos como Jordi Cardoner, Jordi Mestre o Javier Bordas también disfrutaban de esa clima de tranquila felicidad tras el trabajo bien hecho, el entrenador blaugrana hizo un aparte de unos minutos con el secretario técnico, Robert Fernández. Los dos se apartaron unos metros de los demás y mantuvieron una conversación repleta de naturalidad que ejemplifica el paso del testigo obligado en esta fase de temporada. Luis Enrique se marcha de vacaciones, y a fe que tenía muchas ganas de que llegara el momento, y Robert coge el relevo. Tras casi un año en el Barça ahora es el turno de poner sobre el tapete y cristalizar todo el trabajo que haya ido preparando en el capítulo de altas y bajas. Como es costumbre en la casa, Fernández contará con la ayuda del director de fútbol, Raül Sanllehí, también presente en esa escena de campiña dichosa que representaba el Barça a esas horas de la noche.
Será más o menos imaginativo en sus decisiones. Será muchas veces descarnadamente arisco en su trato con la prensa. Pero los números indican que Luis Enrique ha conseguido en dos temporadas siete títulos sobre nueve posibles, el mismo número de trofeos que levantó Pep Guardiola en sus dos primeras campañas en el banquillo barcelonista. Con una diferencia, el asturiano suma dos Copas del Rey y el catalán logró una y una Supercopa de España, título que se le escapó al Barça de Lucho el pasado verano. En el resto de éxitos coinciden: 2 Ligas, 1 Champions, 1 Supercopa de Europa y 1 Mundial de Clubs. Es otro Barcelona. No es tan ortodoxo ni tan fino ni tan cartesiano, pero nadie puede poner en duda los resultados del gijonés. Ni tampoco las ganas de trabajar y de ganar que los futbolistas han mostrado desde que Luis Enrique los dirige. Un Luis Enrique que en el avión de regreso también era el más efusivo en el momento del brindis con Iniesta, Robert Fernández y el presidente Josep Maria Bartomeu, entre otros.
La misma satisfacción rezumaban sus ayudantes, que se coordinan con profesionalidad y forman un grupo sin fisuras. Mención especial para la mano derecha del asturiano, Juan Carlos Unzue, que siempre ha sido un tipo muy agradable, un conversador fenomenal y que también departía cuando se iban apagando las luces de la noche en el Calderón. Hablaba de fútbol y de ciclismo, pues tiene previsto vivir los últimos días del Giro de Italia sobre el terreno y cerca de su hermano Eusebio, que está al frente del equipo Movistar. A lo largo de la temporada se habían vivido momentos complicados, pero el colofón dejó imágenes idílicas. Como un grupo de amigos que hubieran disfrutado de un bello viaje.
JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ LA ENTREGA DEL TESTIGO El técnico mantuvo una conversación con Robert, al que ahora le viene el trabajo duro DE VACACIONES Unzue cambiará el fútbol por el ciclismo y piensa vivir en Italia las últimas etapas del Giro