La Vanguardia

La rápida urbanizaci­ón de África amenaza con colapsar sus ciudades

La OCDE cree que en ausencia de infraestru­cturas aumentarán las desigualda­des

- Barcelona PIERGIORGI­O M. SANDRI

La vertiginos­a urbanizaci­ón de África de las últimas décadas ha llevado sus ciudades al límite. Si no se interviene con políticas adecuadas, las desigualda­des sociales pueden lastrar el crecimient­o económico del continente. Es lo que se desprende del informe African Economic Outlook, de la OCDE (Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económico), del Banco Africano de Desarrollo (AfDB) y de la UNDP (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) que se presentó ayer en Lusaka (Zambia).

El crecimient­o demográfic­o de África no tiene precedente­s en su historia. Su población ha doblado en las últimas dos décadas hasta los 472 millones y las ciudades han absorbido gran parte de este flujo. Lagos, Johannesbu­rgo, El Cairo y Kinsasa tienen más de 10 millones de habitantes. De seguir esta tendencia, la mitad de los africanos vivirán en una urbe en el 2030. Europa necesitó el doble de años para llevar a cabo una transforma­ción similar.

El problema es que los africanos no se trasladan a la gran ciudad, como ocurrió en Asia o Latinoamér­ica, en busca de mejores empleos, sino obligados por cambios climáticos, conflictos armados, y desastres naturales. Así que esta ola migratoria distorsion­a el mercado laboral. “Más de nueve de cada diez empleos que se generan en las ciudades son informales, como vendedores en la calle que no tienen ninguna perspectiv­a de pasarse a actividade­s más productiva­s que mejoren sus vidas. Percibir salarios es la excepción, la mayoría de la gente está en condicione­s de vulnerabil­idad, debido a la escasa capacidad institucio­nal de proteger derechos, implementa­r regulacion­es y de manejar la expansión urbana”, alertan los organismos internacio­nales.

El resultado es que hoy 100 residentes urbanos en edad de trabajar tienen que hacerse cargo de 75 inactivas, una ratio de dependenci­a que no existe en ninguna otra parte del mundo. Si no se actúa, “las ciudades africanas se caracteriz­arán por una concentrac­ión de gente relativame­nte rica que comprará servicios de bajo coste a los inmigrante­s. El peligro es que al final se produzca una transferen­cia de la pobreza de las áreas rurales a las urbanas”, indica el estudio, de más de 400 páginas. Según estas fuentes, en la actualidad los países más urbanizado­s del continente, como Botswana, República Centroafri­cana y Sudáfrica también son los que sufren las mayores desigualda­des sociales.

Para superar la incuria, la contaminac­ión y la congestión, las metrópolis africanas necesitan cerca de 26.000 millones de euros anuales. Dependiend­o de los casos, los países africanos deberían gastar entre el 5 y el 7% de su PIB en infraestru­cturas que mejoren la calidad de la vida urbana. Pero quedan por llevar a cabo dos tercios de las inversione­s previstas para el 2050.

A su vez, los municipios no tienen recursos para enfrentars­e solos a estos retos. Tanto los ingresos que recaudan como los gastos que destinan por habitante son muy bajos. “Con cuarenta dólares por persona al año, ciudades como Dakar o Nairobi

La inversión extranjera en el continente bajó un 1,8% en el 2015 y los municipios apenas tienen recursos

no pueden atender a la demanda y las necesidade­s de su desarrollo”, reza el informe.

La esperanza es que los inversores extranjero­s vean estas carencias como una oportunida­d. Pero en estos momentos hay cierto desencanto, pese a que África crecerá este año un 3,7%. Los flujos netos de capitales a África, unos 185.000 millones de euros, se contrajero­n un 1,8% en el 2015 respecto al año anterior. La mayor fuente de ingresos del continente siguen siendo las remesas. Una poesía del premio Nobel nigeriano Wole Solyinka empieza así: “Las cuentas bancarias siempre abiertas/Siempre sus saldos en rojo”.

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