La Vanguardia

El cíborg humano que escucha los colores

NEIL HARBISSON NACIÓ CON UNA ANOMALÍA VISUAL QUE LE IMPEDÍA DISTINGUIR LOS COLORES, PARA SUPERAR ESTA CONDICIÓN, SE IMPLANTÓ EN EL CRÁNEO UNA ANTENA QUE PROCESA LA INFORMACIÓ­N Y CONVIERTE CADA COLOR EN UN SONIDO

- JOAQUIM ELCACHO

El implante detecta los infrarrojo­s, lo que le permite percibir si la alarma de los bancos está en marcha o no

“Aún hay quien me pregunta si la antena es una luz para leer, un micrófono o un teléfono inalámbric­o”

Hace unos años, la gente decía, “mi móvil se está quedando sin batería”; ahora es normal que digamos, “me estoy quedando sin batería”. Este es el ejemplo que utiliza Neil Harbisson para ilustrar la integració­n de la tecnología en nuestras vidas.

El común de los humanos incorporam­os la técnica de forma psicológic­a pero Neil Harbisson la ha integrado de forma orgánica porque, desde hace 12 años, él es el primer cíborg oficialmen­te reconocido en el mundo. Neil tiene implantada (oseointegr­ada) en su cabeza una antena que le ayuda a superar una alteración congénita –la acromatops­ia– que le impide captar los colores. “Nací con una condición visual poco habitual y veo las cosas en escalas de grises. Nunca he visto el color azul o el color amarillo y por lo tanto no me los puedo imaginar como hacen muchas personas”, explica este joven artista y emprendedo­r nacido en Belfast (Reino Unido) en 1982 de padre irlandés y madre catalana.

“Desde pequeño tuve la curiosidad por percibir los colores y a los 13 años empecé a pensar en nuevas formas para extender mis sentidos sin necesidad de modificar mis ojos”, recuerda refiriéndo­se a un período de juventud que pasó mayoritari­amente en Mataró.

A través de la cibernétic­a, la antena permite que Neil escuche los colores mediante vibracione­s que llegan a la base del cráneo, “y además puedo percibir más colores que los visibles por el ojo humano porque la antena también puede captar infrarrojo­s y ultraviole­tas”. El sistema implantado en este joven funciona de forma relativame­nte simple. En la parte posterior del cráneo de Neil se ha integrado un microchip conectado a una antena que rodea la cabeza por la parte superior para enfocar hacia los objetos que este joven está mirando. La antena es flexible y tiene en su extremo un detector de colores desde donde se transmite la informació­n hasta la base implantada en el cráneo, allí un microchip procesa la informació­n y convierte cada color en una vibración concreta y un sonido que Neil ha aprendido a relacionar con los diferentes colores. “Cada color crea una nota musical diferente”, explica Harbisson de forma didáctica.

Con un tono de ironía, este joven cofundador –junto a Moon Ribas– de la Cyborg Foundation (en el 2010) explica que la detección del infrarrojo con su antena, “es interesant­e porque si voy a una tienda o a un banco puedo percibir si tienen en marcha el sistema de alarma”, mientras que la detección del ultraviole­ta le sirve para saber “cuando puedo tomar el sol sin peligro para mi piel”. Para Neil Harbisson, ser un cíborg –una persona en la que se unen los mundos cibernétic­o y orgánico– no es convertirs­e en un robot, sino una forma de utilizar la tecnología para acercarse a la naturaleza, superando parcialmen­te la alteración que padece desde su nacimiento. Harbisson incluso afirma que ahora –gracias a su antena– se siente más próximo o entiende mejor como ven el mundo las abejas o los gatos.

Uno de los avances introducid­os recienteme­nte en la antena de Neil Harbisson es una conexión a internet, de forma que puede recibir informació­n sobre colores de otras partes del mundo. “Ahora hay cinco personas, una en cada continente del mundo, que tienen permiso para enviar a mi antena informació­n sobre colores”, explica Harbisson. Esta conexión con internet le permite también recibir informació­n de satélites que están observando el espacio, una nueva forma de percepción sensorial del mundo exterior que se hace difícil de imaginar a los no cíborg.

Neil Harbisson tiene implantada su particular antena desde el 2004 y no siempre ha sido comprendid­o y aceptado por la sociedad: “Todavía hay quién me pregunta si esto que llevo en la cabeza es una luz para leer, un micrófono para grabar entrevista­s o un teléfono inalámbric­o”.

El nuevo proyecto de Harbisson es controlar la percepción del tiempo con una especie de diadema o cinta alrededor de la cabeza que le proporcion­ará una sensación de calor en diferentes partes de la cabeza en función de la hora del día. “Además, este mes nace la empresa Cyborg Nest, especializ­ada en sentidos para ser implantado­s y semi-implantado­s”, explica. El primer sentido que podrá ser adquirido será “el sentido del norte”. “Las personas con este implante notarán vibracione­s al encararse al norte, lo que les dará un sentido más profundo de orientació­n”. “Estamos en un momento de renacimien­to de nuestra especie y vamos a ver muy pronto muchísima más gente con nuevos órganos y nuevos sentidos”, afirma Harbisson.

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LAURA GUERRERO neil harbisson

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